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Hu Jia ABC

Un documental español retrata a la disidencia en China

Grabado en plan «guerrilla» por el cineasta Antón Calderón y el periodista Diego Torres, «El viejo loco que movió las montañas» se estrena este martes en «Documentos TV»

CORRESPONSAL EN PEKÍN Actualizado: Guardar
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Una de las fábulas más célebres de la Literatura china es «Yugong Yishan», la historia de un anciano que, con pico y pala, movía las montañas que le obstruían su camino. Inspirándose en este ejemplo de perseverancia y fuerza de voluntad, un documental español pone rostro a la disidencia y el activismo social que intentan cambiar China bajo el autoritario régimen del Partido Comunista. Grabado por el cineasta Antón Calderón y el periodista Diego Torres, que trabajó cinco años como corresponsal en Pekín, «El viejo loco que movió las montañas» se estrena este martes en Documentos TV de La 2.

Filmado en plan «guerrilla», ya que ambos no usaron más que dos cámaras pequeñas y rodaron de forma casi clandestina para no llamar la atención de la Policía, este reportaje refleja la lucha de cuatro activistas por mejorar la sociedad china pese a la represión del régimen. Enfrentándose en ocasiones a las autoridades, uno de ellos es Dashi, un ecologista que denuncia la contaminación; otro es Zhang Zhiru, un sindicalista que defiende a los trabajadores con problemas; y el tercero es Deng Fei, un antiguo periodista que dejó las investigaciones comprometidas para ayudar a los niños pobres en las zonas rurales. Por último, el más conocido de los entrevistados es Hu Jia, un disidente que se pasó tres años y medio en la cárcel, donde enfermó de hepatitis, y está constantemente vigilado por la Policía. Al mismo nivel que el Nobel de la Paz Liu Xiaobo, que cumple una condena de once años por reclamar democracia, su lucha por la libertad le valió a Hu Jia en 2008 el premio Sajarov de los Derechos Humanos que concede el Parlamento Europeo.

Menos Hu Jia, especialmente combativo con el régimen, los demás se mueven dentro de los difusos límites que establece la legalidad vigente para llevar a cabo su importante labor social. «No puedes organizarte para protestar contra el régimen dictatorial ni abogar por un sistema democrático. Tampoco puedes organizarte para defender los derechos de los tibetanos y los uigures (etnia musulmana de la convulsa región de Xinjiang), o protestar contra la corrupción del Gobierno, especialmente de la cúpula dirigente», explica Diego Torres sobre las «líneas rojas» para el activismo en China. Sin embargo, matiza, «hay muchos campos, como el medioambiente, el trabajo y los abusos de las autoridades locales, que están en una zona gris, a veces tolerados y otras reprimidos». A su juicio, así lo demuestra la «represión de baja intensidad» que viene sufriendo desde hace años el sindicalista Zhang Zhiru, quien no ha sido encarcelado pero sí detenido en numerosas ocasiones, acosado y amenazado por matones, expulsado más de diez veces junto a su familia de los pisos que alquilaba y, por supuesto, censurado en internet y los medios de comunicación.

Además del testimonio de estos tres activistas, que han optado por no oponerse directamente al régimen para intentar cambiar las cosas, el documental recoge la opinión de expertos, abogados de los derechos humanos y líderes de las protestas estudiantiles de Tiananmen en 1989, quienes analizan los diversos mecanismos de la represión en China. Al tratarse de una cuestión tan sensible, Torres y Calderón, ambos gaditanos de 35 años, tuvieron que extremar las precauciones para grabar sus entrevistas. «Todo es 100% guerrilla. Muchas situaciones comportaban riesgo y tuvieron que rodarse una sola vez, siempre con un ojo puesto en movimientos sospechosos y firmando con nombres falsos en los hoteles para no ser detectados por las autoridades», recuerda Calderón.

A estos problemas, que bien conocemos los corresponsales acreditados en China, se sumaron la detención de Ye Haiyan, una feminista que querían entrevistar por reclamar derechos para las prostitutas, y los cada vez mayores controles policiales y sobre internet. «La represión bajo el mandato del presidente Xi Jinping se ha incrementado mucho, con una cacería brutal sobre ámbitos que eran relativamente tolerados, como el activismo laboral o el de los abogados pro-derechos humanos», advierte Torres. A pesar de «ese importante paso atrás», se muestra «optimista» con el futuro de China porque «es un país menos terrorífico y más respetuoso con los derechos humanos donde ya no suceden muchos de los abusos que ocurrían en los años 80 y 90». Todo dependerá de la constancia y habilidad de los «locos que mueven montañas».

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