El arte de crear y vender series en pleno auge televisivo

Gracias a las nuevas plataformas, los productores viven una etapa «ilusionante»

Patricia Conde es Brigitte Bardot en «Velvet Colección»
Helena Cortés

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Nunca antes había habido, al menos en la televisión española, tantas cadenas y plataformas ávidas de contenido . Hace unos años, los productores apenas tenían tres puertas a las que llamar, y todos los canales buscaban éxitos de corte similar. Ahora, se han multiplicado los clientes, medios y formatos. «Pero sigue siendo un mundo difícil, porque hay más demanda pero también más gente creando historias , por lo que la competencia es muy grande. Aún así, para guionistas y productores es una etapa fantástica, y si España se consolida como un país de series que produce ficciones que además viajan fuera, mejor», explica Aitor Gabilondo («El Príncipe», «La verdad», «Vivir sin permiso»).

El largo periplo de una serie desde la mente de su creador hasta que arranca su grabación puede empezar de formas muy diversas. «No hay una norma. A veces las cadenas te piden un primer boceto y otras veces un desarrollo más amplio, con escaletas o guiones. A partir de ahí se van pasando pantallas y filtros hasta que se llega a la producción. Puede pasar hasta un año y medio desde que se gesta la idea hasta que se graba , proceso que se alarga con las coproducciones. En el caso de “La catedral del mar” pasaron siete años» cuenta Jordi Frades, de Diagonal TV.

«En “Gran Hotel”, por ejemplo, llevamos simplemente un folio con la historia, además de a Yon González y Amaia Salamanca, y nos dieron luz verde al momento. Con “Velvet” estuvimos casi un año reescribiendo el piloto. Y en el caso de Netflix nos llamaron diciendo que querían comprar esa idea. Quince días después estábamos firmando el contrato», recuerda Ramón Campos, dueño de Bambú Producciones. « Es mucho más fácil vender una serie si el concepto es bueno que si es menos contundente y requiere un mayor desarrollo», añade el directivo.

«Hay que pensar también qué quieren producir estas nuevas plataformas y qué esperan de nosotros. A nosotros no nos van a pedir lo que ya hacen en Estados Unidos , querrán focalizar sus producciones a un público europeo y latino», argumenta Frades.

La clave, según Gabilondo, es «generar confianza en el operador, independientemente de que sea una cadena de pago o generalista». «Deben saber que tienes una buena historia y la vas a producir bien, de tal forma que su inversión tendrá una calidad exigible», añade.

«Aunque estemos grabando otras series, siempre seguimos desarrollando nuevos proyectos, ya sean ideas propias o encargos. Normalmente solo el 30% ven la luz », cuenta César Benítez, productor ejecutivo de Plano a plano («El Príncipe», «Servir y proteger», «La verdad»), que anunció hace unas semanas la puesta en marcha de «Toy boy», una serie que se adentra en el mundo de la prostitución masculina.

Sin embargo, recuerdan todos estos productores, de la idea al resultado final siempre hay cierta distancia por infinitos condicionantes. Uno de ellos, quizás el principal, es el presupuesto. «Las generalistas hacen un gran esfuerzo. La ficción no es barata y la publicidad tiene un techo, no se ingresa más . En ese sentido los presupuestos irán creciendo, pero poco a poco. En cambio, otros grupos tienen abonados y pueden encargar proyectos más ambiciosos económicamente, lo que siempre es mejor para el sector», reconoce Benítez.

Con el objetivo de lograr más recursos, las cadenas han redoblado su apuesta por las coproducciones, tanto nacionales como internacionales. Es el caso de ficciones como «El Ministerio del Tiempo» y «La catedral del mar». Además, también buscan ampliar la vida de las ficciones generalistas en plataformas de pago, como ocurrirá con «Velvet» y «Vis a vis», que continuarán en Movistar+ y Fox. «También pasó en Estados Unidos. Es una forma de rentabilizar una marca que en el abierto no tiene más desarrollo pero sí espectadores potenciales», afirma Campos.

«Estamos en una edad de oro para los creadores, muy ilusionante, pero tenemos que ponernos las pilas para ser más ambiciosos y quedarnos con nuestro porcentaje de espectadores a nivel global. Lo mejor es que las series viajen y las vea el mayor número de espectadores posibles. Pero para eso falta un poco de conciencia, también a nivel de Estado», concluye este creador.

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