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Raúl Arévalo con su Goya a mejor director novel - EFE

Raúl Arévalo: «Mi universo propio es algo muy español, muy cañí»

El director debutante venció con «Tarde para la ira», que se llevó el Goya a la mejor película

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Un director novel con la templanza de un veterano es una excepcionalidad. Tanto como que un primerizo gane el Goya a mejor película. Antes solo lo habían logrado Agustín Díaz Yanes (1995), Alejandro Amenábar (1996) y Achero Mañas (2000). Pero durante la ceremonia del sábado, Raúl Arévalo se puso el esmoquin de quien ha vivido todo en la industria del cine y cedió el protagonismo a los que le ayudaron a levantar (durante ocho años) la mejor película del año, «Tarde para la ira».

De los tres premios que llevaban su nombre solo recogió el primero (director novel), acompañó a David Pulido a por el segundo (mejor guión original) y permitió a su productora Beatriz Bodegas ir sola a por el de mejor película mientras él la escuchaba desde la butaca. Disfrutó del éxito de su equipo como si durante su carrera ya hubiera levantado decenas de veces el principal reconocimiento del cine español. Pero en realidad solo lo había hecho una vez, como actor de reparto por su papel en «Gordos». «Creo que en esta película he sido director, pero soy un actor metido a director, entonces no sé cuánto hay de cada faceta mía en “Tarde para la ira”. Hay de ambas, para lo bueno y para lo malo», respondió en rueda de prensa ante los medios escritos.

Una noche redonda

La cara de Raúl Arévalo en los pasillos del Madrid Marriott Auditorium era de felicidad plena, no tanto por su triunfo como por el de los que le rodeaban. No era una percepción, era una realidad que remarcaba en cada respuesta ante los corrillos de periodistas que le solicitaban. «A la una menos cinco ha sido el Goya y a las doce de la noche empezaba el cumpleaños de Bea. El regalo ha sido que ganara el Goya», repitió en varios de ellos. Beatriz Bodegas, su productora, la mujer que le permitió levantar la película con menos presupuesto de la noche, se llevó el reconocimiento que otros productores no suelen disfrutar.

Raúl Arévalo abrió y cerró la gala de los Goya. El primer premio y el último fueron suyos. Inició la noche recibiendo el de mejor director novel y la culminó con la certeza de que su obra es la mejor del año. «Gracias a todo mi equipo por ayudarme a realizar mi sueño. También a mi padre por enseñarme a amar el cine», celebró desde el escenario.

Después, ante la prensa, tanto Beatriz Bodegas como Arévalo trataron de explicar el éxito de su cinta: «Esta película te conmueve. Está hecha con pasión, con talento en la dirección y atrapa al público», dijo ella. El director no lo tenía tan claro: «Las películas tienen una cosa mágica que no se puede controlar. A veces te sale, a veces no te sale. Parece ser que aquí nos ha salido, pero no sé muy bien qué es».

Un hueco en las estrellas

Con magia o sin magia, lo cierto es que «Tarde para la ira» ha recogido el espíritu del director: «Siempre he querido dirigir. Quería canalizar las cosas de mi lado oscuro», explicó en rueda de prensa. Un lado oscuro que, con el Goya como respaldo, parece haber encontrado un hueco en el cine español. Y el cine español, al mismo tiempo, parece haber encontrado a un director con una carrera infinita por delante. Con esta situación, la pregunta era evidente: «¿Cómo es el universo propio de Raúl Arévalo?»: «El universo propio de Raúl Arévalo es algo muy español, muy cañí, Almodóvar me dice que soy muy ‘lolailo’», terminó el vencedor de la XXXIedición de los premios Goya ante los medios.

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