María (y los demás)

Nely Reguera: «Quería mostrar el lado oscuro que todos tenemos»

La primera película de Nely Reguer nos enseña a la otra treintañera que no todos queremos ver

Madrid Actualizado: Guardar
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Desde que murió su madre cuando tenía 15 años, «María (y los demás)» tenía claro cuál era su cometido en la vida: cuidar de su padre y sus hermanos. Sin embargo, y como era de esperar, llega el momento en el que sus hermanos se marcharán de casa y su padre tampoco necesita de sus cuidados más. Es entonces cuando María, interpretada por Bárbara Lennie, se da cuenta de todo lo que ha estado aplazando.

«Hay momentos en los que no estás yendo al mismo ritmo. Ves como tus amigos van avanzando, pero tú, por cualquier motivo, te has estancado», cuenta la directora Nely Reguera, la directora novel que, tras hacer frente a sus fantasmas ha dejado su trabajo de ayudante de dirección para estrenar su ópera prima «María (y los demás)» -que ya cosecha dos nominaciones a los Premios Feroz. «Cada vez está pasando más, estamos alargando la adolescencia. Pero creo que lo hacemos porque formamos parte de una generación que hemos tenido de todo y ahora sentimos la necesidad de dar lo que hemos recibido. Y, por la situación actual, nos está costando», reflexiona sobre la frustración social de aquellos que se apoyan en que los cuarenta son los nuevos treinta.

[Clip en exclusiva de «María (y los demás)»: Una Bárbara Lennie soñadora busca la inspiración]

No. Esto no sucede de un día para otro. «No es que, de repente, un día tus amigas cambien. Es que un día te llega ese pensamiento de yo tenía que tener todo esto y qué pasa que no lo estoy teniendo», comenta la directora catalana con una sonrisa sarcástica. «Parece que para muchas cosas somos muy modernos, pero no lo somos tanto. Se acepta que las mujeres no tienen por qué tener hijos y las parejas no tienen porque casarse, pero no es del todo cierto. Hay un momento de mucha confusión», añade. Confusión que refleja en María.

Con 35 años, sin novio a la vista y con su novela sin publicar (y eso que trabaja en una editorial), deberá atreverse a cambiar su destino y a aceptar la parte que menos le gusta de su personalidad. «Me interesaba mucho mostrar la parte más oscura porque todos hemos tenido en algún momento hemos sentido envidia. Son esas cosas que no gusta reconocer», cuenta Reguera. Pero, lejos de la realidad, «María (y los demás)» enseña a reírnos de nuestros defectos e inseguridades: «Después de todo María es una tía fantástica, pero está en un momento en el que no se encuentra a sí misma e intenta rellenarlo con el medio novio que tiene. Es un intento de huída».

¿Es María la nueva treintañera?

«Uy, no (ríe). Hablar de estereotipos y generaciones me pone nerviosa. Creo que el personaje tiene muchas características con las que la gente se siente identificada y eso me parece normal», argumenta la directora ante la idea de que María sea la imagen de la treintañera española. «Somos una generación que formamos parte de este momento entonces hay cosas que le pasan a María que nos pasan a todos, pero cada uno tiene su realidad».

María está impregnada de las vivencias de Reguera. «Pero no solo ella, también los hermanos y los amigos», comenta. Y es que mientras ella está frustrada sin un padre al que cuidar, su novela sin acabar (es decir, sin un rumbo establecido), sus hermanos sí que parecen tenerlo.

El mayor de ellos es ayudante de chef en Londres, algo que suena mucho mejor de lo que parece ser: «Parece que está bien, pero está claro que necesita mejorar la comunicación con su pareja. Se evitarían muchos problemas». Situaciones que se complican a medida que va avanzando la primera película de Reguera. El menor, casado y con un niño en camino, parece haber optado por el camino tradicional: «Su vida está preestablecida y, la verdad, es que a mí no me interesa nada el tipo de vida que lleva».

Cuando echas el primer vistazo a la familia de María, parece disfuncional, pero, si se para a pensar, es de lo más común. «Es bastante normal. Lo que ocurre es que están en un momento crítico». De hecho, su problema salpica a la mayoría de las familias españolas: «No saben comunicarse». Y, gracias a María y a los demás, podrá verse desde fuera en alguno de esos momentos en los que usted mismo sufrió ese golpe de realidad.

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