Jennifer Lawrence como Katniss Everdeen en Los Juegos del Hambre
Jennifer Lawrence como Katniss Everdeen en Los Juegos del Hambre

Los Juegos del Hambre, una versión sangrienta y despiadada de esa idea «gran hermano»

Este miércoles (Antena 3, 22.40 horas) se emite la primera película de Los juegos del hambre

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Esta noche, Antena 3 emite en la programación TV la primera película de Los Juegos del Hambre (22.40 horas), esa fábula apocalíptica y superviviente no exenta de polémica. Jennifer Lawrence, en el papel de Katniss Everdeen que impulsó su carrera y la hizo una de las revelaciones más mediáticas de la meca del cine, lanza flechas y colmenas llenas de abejas cabreadas, escala montañas y asa ardillas. Y también se enamora, de Peeta y de Gale, en un triángulo amoroso golosina para los más jóvenes fans de la película.

Estrenada ya hace casi cinco años, Los Juegos del Hambre se ha convertido en un fenómeno universal y en todo un éxito de taquilla. Más tarde, ya sin Katniss Everdeen protegiéndola, Jennifer Lawrence ganó el Oscar y se convirtió en la musa de David O. Russell, que ya no parece saber hacer películas sin ella.

Esta es la crítica que en su día escribió nuestro experto Oti R. Marchante sobre la primera película de Los Juegos del Hambre:

Los Juegos del Hambre (**): ¡Que os vais a hacer sangre, niños!

Esta película es la primera de las que presumiblemente vendrán amparadas en la original trilogía de Suzanne Collins y presenta un mundo y unas circunstancias que animan a retirarse a una isla desierta, y sin televisión. En un futuro no muy lejano, pero posapocalíptico, en el que ya solo quedan doce distritos bajo el mando férreo de un llamado Capitolio, cada año se celebran los Juegos del Hambre, un dantesco espectáculo televisado en el que una pareja de niños de cada distrito (en total, veinticuatro) deberá luchar entre sí hasta que solo quede uno con vida. Es, digamos, una versión sangrienta y despiadada de esa idea «gran hermano» con la que el mundo «reality» nos seduce mientras nos rascamos la barriga con una lata de cerveza.

El director, Gary Ross, construye también una película hipnótica: la primera parte descriptiva de un mundo atroz y kitch entre lo vomitivo y lo hortera, y una segunda ya bélica, entre un Rambo sin músculo y un Apocalypto sin cabeza. Lo mejor es la fuerza y la atracción que exhala su protagonista, Jennifer Lawrence, que devora literalmente a su «pareja», el joven Josh Hutcherson, y logra tramar una complicidad extrema con el espectador, a pesar de que todo el fondillo ético de la historia esté atravesado por la flecha de lo intolerable: «¡Pero, niños, por Dios, dejad de mataros!».

A punto está Gary Ross, con una puesta en escena majestuosa y con un trato bélico exquisito (dadas las sangrientas circunstancias), de que lo que es pura Creta y Minotauro se le convierta en poco menos que «Spartaco», pues hay un leve indicio de mirada social, de revuelta interior, pero se queda entre los vapores alcohólicos del personaje que interpreta Woody Harrelson (uno de sus preferidos: el beodo pasota con corazón) y la traza de viejo sabio y ladino de Donald Sutherland.

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