Ken Loach: «El Gobierno inglés es cruel con la población más vulnerable»

El realizador inglés estrena «Yo, Daniel Blake», una dura crítica al sistema británico que ha ganado en Cannes y el premio del público en San Sebastián

LOS ÁNGELES Actualizado: Guardar
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Ken Loach regresó a Cannes con «Yo, Daniel Blake» y ganó la Palma de Oro y el Premio de Público del Festival de San Sebastián. Otro retrato de la sociedad actual, de los mucho que el realizador británico ha regalado al cine. Los tornillos se aprietan a los trabajadores con la vuelta de tuerca que los gobiernos dan siguiendo su política de austeridad. Loach se pone la cámara al hombro para observar como la maquinaria se engrasa, como la fórmula establecida exige la respuesta que busca. «Yo, Daniel Blake» es una película sobre la empatía, envolviendo a los personajes con una sorprendente dosis de realidad. El cine neorrealista de Loach invierte profundamente en los sentimientos, de la risa al llanto, de la frustración a la alegría, de la confusión al miedo, pero, y sobre todo, provoca una sensación de abandono que hace temer por el futuro de la sociedad europea.

La cinta se centra en Dan, interpretado por el cómico Dave Johns, un hombre incapaz de encontrar trabajo tras un ataque al corazón. Un individuo que busca su dignidad entre la burocracia creada para complicarnos la vida. Un círculo vicioso que pone a prueba tanto al protagonista como a la audiencia. En Cannes, el octogenario director habló de su filme, su colaboración con Paul Liverty y su pasión por el cine.

-¿Su filme es un retrato de la empatía?

-El Gobierno inglés es cruel porque ha creado una conciencia de culpabilidad entre los ciudadanos, como si ellos tuvieran la culpa de no encontrar un trabajo. La población más vulnerable está atrapada en esta dinámica; por ejemplo, los incapacitados. Hay mucha gente que está suicidando por ello.

-En el filme se muestra como administradores de centros de empleo son forzados a complicar las demandas del sistema.

-La gente que trabaja en estos centros se ve obligada a humillar al público. Nosotros hemos intentado hacer un filme dentro de la tradición del neorrealismo italiano retratando esa verdad. Los actores son gente que ha trabajado en bancos de comida y en oficinas de empleo que nos han ayudado a crear ese sentimiento de objetividad. Cuando despiezas un guión página a página es posible vivir la vida de la persona que retratas.

-¿Se siente cercano a alguna tendencia política?

-Creo que Jeremy Corbyn es lo mejor que le ha pasado al partido Laboral desde Clement Attlee. Corbyn entiende a la gente trabajadora, mientras que Brown y Blair solo entendieron de negocios. El problema es que la mayoría, dentro del partido, quiere a Corbyn fuera.

-¿Qué opina de la separación de Inglaterra de Europa?

-La Unión Europea es un proyecto neoliberal, creada para desregular y privatizar. Pero, si dejamos a los gobiernos moverse a la derecha, nos vamos a encontrar con un gobierno de extrema derecha. Yo creo en el equilibrio y sí, tal vez, estemos mejor fuera, sin embargo, es importante buscar alianzas.

-Se enfrenta la clase trabajadora a una sociedad insensible.

-Hay una crueldad consciente en la forma en que organizamos nuestras vidas. Los más vulnerables tienen miedo al castigo, a ser ignorados, señalados. Cuando se escriben historias sobre la gente que está sufriendo, se les retrata miserables todo el tiempo. Este no es el caso. En los bancos de comida he visto risas, humor, comedia, tontería, estupidez, cariño, armonía. Creo que la empatía nace cuando hay humor y calor en las historias.

-La cinematografía del filme está creada sin artificios.

-Sí. Pensé que la historia ganaría fuerza si simplificábamos la cinematografía, no había necesidad de embellecer las imágenes. Nuestro estilo no se adorna porque es claro, sin movimientos extraños de la cámara que contribuyan a distraer al público. Quería captar la atención de la audiencia, porque es la esencia de la gente que aparece en pantalla el corazón de la historia, su situación personal. Como decía Bertolt Brecht: «Si digo las cosas como son, romperé el corazón de todos».

-¿Qué espera conseguir con este filme?

-Quiero mostrar la urgencia del momento que vivimos, un momento peligroso que puede robar a la clase trabajadora el poco poder que todavía tiene.

-Vuelve a trabajar con Paul Laverty en el guión del filme.

-Paul Laverty es extraordinario, llevo trabajando con él muchos años y es quien me mantiene el interés por seguir dirigiendo. El guión es una parte crítica en la creación de una película, y creo que es una pena cuando se considera que un director es mejor porque escribe su película, algo que pasa mucho en la actualidad. Personalmente, creo que eso es malísimo porque dirigir es una cosa y escribir es otra. Y necesitan ser complementarias, sin embargo, no son lo mismo. Un buen diálogo entre ambas partes es lo más importante.

-¿Cómo trabaja con Paul?

-Normalmente, él me pregunta qué tipo de película quiero hacer y, una vez que se lo explico, escribe uno o dos personajes. Después, entre los dos, vemos dónde nos pueden llevar esos personajes sin necesidad de argumento. Para mí, dirigir significa simplicidad y economía. Quiero contar historias simples y claras. Una vez que hemos entrado en esas aguas escribimos la primera versión del guión y es entonces cuando descubrimos lo que buscamos.

-¿Qué es para usted un autor?

-Un autor crea su propia visión, consigue una estética personal que se retrata en cada película que hace. Es necesario que exista una visión unificada y eso es lo que el director tiene que hacer, de eso se encarga.

-«Yo, Daniel Blake» es una obra maestra que le sacó de su retiro.

-Paul y yo escribimos historias continuamente, el hecho de él que viva en Edimburgo y yo en Bath nos permite intercambiar mensajes sobre lo que ocurre en cada ciudad con la gente, con el desempleo, con la desigualdad y, poco a poco, esta historia fue tomando forma hasta convertirse en algo extraordinario. Es un filme muy simple.

-Este fine nos incluye a todos, lo que le ocurre a los protagonistas sucede a nuestro alrededor.

-Esa es la gran ventaja del cine, te permite enseñar lo que sucede en las distancias cortas. Aquello que tenemos cerca y no hemos visto. A veces nos enseña un mundo distante, exótico, pero también puede mostrarnos lo que nos rodea. Una de las cosas que más me llamó la atención, durante la grabación en los bancos de comida, fue la fachada de algunas personas, el esfuerzo que hacen por no perder la confianza, el respeto que se tienen a sí mismos, cómo intentan no aparentar que no van a los bancos de comida. Eso, para mí, fue lo más emotivo de todo el filme. Creo que es importante expresar la vergüenza de ser pobre. Una de las estadísticas más importantes que he encontrado, es que en Inglaterra los pobres que trabajan por poco dinero superan ya la barrera de los cinco millones. Sobreviven con lo que poco que tienen.

-Su política se retrata en sus imágenes, en sus personajes, en su humanidad.

-Tal vez es al revés, lo primero es mi amor por el cine. Si viera el medio como un mecanismo para expresar mis ideas políticas no funcionaria. Después sí, después pienso en las historias que quiero contar y siempre me encuentro con el mundo real.

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