Del grito ajeno al propio: Así ha evolucionado la forma de asustar al espectador en el cine de terror

Cada vez recurren menos a las actrices que nos hacían gritar con ellas, las «Scream Queens», a cambio de mostrar al causante del miedo

Lorena López

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Caroline Munro

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Ya no vemos a esas «Scream Queens» (reinas del grito) en las películas de terror. Apenas quedan personajes femeninos cuyo cometido sea hacernos saltar del sofá y gritar despavoridos como sí que lo hizo Manuela Velasco en «Rec». «Antes, el cine de terror no era para todo el mundo. Era más bien para un pequeño grupo de valientes que se atrevían a verlo», cuenta a ABC la que fuese Chica Bond Caroline Munro , quien ha recibido el premio Nocturna de Honor por su trayectoria en el Nocturna Madrid. Por antes se refiere a los años cincuenta y sesenta. Cuando la vimos gritar de terror ante un Drácula interpretado por Christopher Lee. «En las secuencias en las que Christopher (Lee) me perseguía, yo ni siquiera sabía dónde estaba escondido. Así mi reacción era más creíble», cuenta entre risas los sustos que se llevó y los gritos que dio durante el rodaje de «Drácula».

Como os podéis imaginar, Munro no fue la primera «Scream Queen» . Este término empezó a utilizarse durante el «boom» de títulos de terror de bajo coste en las que aparecieron un sinfín de actrices que soñaban con hacerse un nombre en Hollywood . La reina de todas ellas fue Fay Wray , recordada por interpretar a Ann Darrow en «King Kong» (1933). La despampanante canadiense embaucó al gorila más carismático del cine y a gran parte del público hasta convertirse en la Reina de la Serie B.

Otra reina del cine de terror (y de los gritos) fue Janet Leigh . Con un gran bagaje como actriz, con carisma y, sobre todo, buenos pulmones. No es de extrañar que Alfred Hitchcock la eligiese para interpretar a Marion Crane en «Psicosis» . Su escena siendo apuñalada en la ducha acabaría traspasando fronteras, sí (y le dio una nominación al Oscar a la Mejor Actriz Secundaria en 1961). Pero también tenemos que reconocer que la principal diferencia entre Ann Darrow y Marion Crane es el aumento del peso del personaje con respecto a la trama.

Sin embargo, es cierto que el pánico que le tenemos a figuras como la de Leatherface no sería el mismo si Marilyn Burns no hubiese conseguido que empatizásemos tanto con Sally y sus histéricos gritos. Aunque para histéricos los de Heather Langenkamp mientras huía de Freddy Krueger en «Pesadilla en Elm Street».

«La gente quiere ver hasta dónde puede llegar la humanidad, incluso en el terror. Antes se centraba más en lo que no veías en cámara que en lo que sí que veías. Dejaban mucho a nuestra imaginación, hacían que el terror habitara en nuestra mente», reflexiona Caroline Munro . Puede que esa sea la razón por la que cada vez menos chicas gritan delante de la pantalla y somos los que estamos detrás de ella los que nos estremecemos en el sofá al ver al monstruo que arrebató la vida de Verónica en la última película de Paco Plaza .

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