Adam Driver: «El ejército fue la mejor preparación que pude encontrar para mi carrera de actor»

El intérprete de moda en Hollywood cuenta a ABC sus experiencias al rodar «Paterson» y «Silencio»

LOS ÁNGELES Actualizado: Guardar
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Las películas de Adam Driver suelen ser obras de arte. Sus dos últimos filmes; «Paterson» y «Silencio» (ahora mismo en los cines de España) son pura magia. Poesía y fe, misticismo y ensoñación, sin embargo, en el centro de ambas el tema de la existencia humana sangrando por las esquinas de la pantalla. Hablamos con el actor del momento, a quien llaman el Marlon Brando del milenio, un actor poderoso con una seductora voz que impresiona tanto como su físico y que, además, es amable, rápido en las respuestas y seguro de sí mismo. Adam Driver no tiene miedo a equivocarse.

—Debo confesar que «Paterson» es mi película favorita del año ¿Es usted lector de poesía?

—La verdad, antes de rodar «Paterson» no tenía ningún tipo de relación con la poesía.

Sin embargo, el filme me educó en el género. Fue una delicia aprender poesía durante el curso de la grabación de este filme

—La historia muestra las rutinas del protagonista. ¿Usted las tiene?

—Si, sí, claro que las tengo. La vida de los actores es muy nómada, siempre de un lado a otro. Ahora mismo estoy en Atlanta rodando una película, antes en Londres durante seis meses, antes en Nueva York, antes en Japón. Mi vida me lleva de una ciudad a otra cada tres meses. Me he impuesto una estructura que me permite recordar lo que significa estar en casa, tener una base. Los rituales te hacen sentirte conectado a tu hogar.

—¿Puede pintarnos un día en su vida?

—Intento prepararme el desayuno cada día. Incluso si estoy en un hotel o en un rodaje. Intento cocinar mi propio desayuno. Intento hacer tantas cosas como pueda por mí mismo. Lo cual a veces es difícil. Me gusta también hacer ejercicio, no solo por sentirme saludable sino por soltar endorfinas, ansiedad, todos esos sentimientos tóxicos que uno acumula. A parte de eso, los dos últimos años han estado muy ocupados con mi trabajo y me he encontrado de rodaje en rodaje, trabajando. Necesito equilibrar mi vida, tomarme un tiempo de descanso, poder ir al cuarto de baño sin tener que decirle a todo el mundo que Adam va al baño. Eso estaría bien, pero por ahora cocinar huevos cada mañana es una victoria personal.

—¿Cómo se prepara sus huevos?

—Revueltos porque es más fácil. Me como seis huevos con sal revueltos. No es una mala dieta comparándola con otras cosas que podría seguir. Tal vez estoy matándome solo por tener control de un ritual en mi vida (se ríe)

—Ha heredado su pasión por la estructura de sus años en el ejército.

—Tal vez, pero ya era bastante controlador antes de alistarme. Creo que el ejército fue la mejor preparación que pude encontrar para mi carrera de actor. Aprendí joven que no se trata de una sola persona sino de un grupo. Las películas necesitan a un director al mando y un equipo que funcione, que ejecute sus ideas. Si yo no hago bien mi trabajo, complico a los demás. Es una cadena y todos juntos tenemos la misión de contar la historia de la mejor forma posible. Eso es lo más importante.

—Ha creado una fundación social en favor de las artes dentro de las fuerzas armadas.

—Sí. Lo hice durante mi segundo año en Juilliard. Es un proyecto que está desarrollándose. Nuestra meta es poder comunicar a través del arte, de monólogos, de obras contemporáneas americanas, nuestra vida militar. Encontrar el significado a esa experiencia interpretando obras de teatro que nada tienen que ver con las fuerzas armadas, pero donde al mismo tiempo contamos nuestras historias.

—¿Deben mimar los directores a sus actores para que den lo mejor de sí mismos?

—Hay algo paternal y raro en los rodajes, uno empieza queriendo complacer al director, y más si se trata de Martin Scorsese, pero luego tienes que rebelarte y hacerte dueño del personaje. A veces, es importante no hacer lo que te pide el realizador porque quieres escapar de tu mente, ser el personaje, y él quiere que tú hagas eso. Es una dinámica muy extraña en la que de pronto te encuentras enfrentándote a quien idolatras. Acabas conociendo más que nadie en el mundo al personaje, porque vives dentro de su persona, porque lo has estudiado y eso es lo que le interesaba a Martin. Nunca me dijo cómo interpretar, quería que yo lo sacara de dentro. Esa vulnerabilidad, esa colaboración entre actor y cineasta es una maravillosa forma de trabajar

—¿Es usted un hombre paciente, como su personaje en «Silencio»?

—Soy paciente, pero no me parezco a mi personaje. Él es más reflexivo, más honesto, más dedicado. Es capaz de entender mejor lo que le rodea.

—«Silencio» habla de la fe, de la perdida de la esperanza.

—Es una historia sobre la crisis que uno siente al perder la fe. El argumento es una analogía sobre el compromiso que uno necesita para creer. No es tan simple como comprometerse, sino aceptar las dudas, la inseguridad, porque el perdón asimila la debilidad. He aprendido mucho rodando esta película porque he entendido lo que significa comprometerse, ya sea en tu matrimonio, en tu trabajo como actor o como escritor.

—¿Cuándo decidió ser actor?

—Cuando recibí mi libertad y pude convertirme en un civil de nuevo. Durante un tiempo mi visión estuvo nublada, pero descubrí cual era mi camino.

—Su próximo filme es Don Quijote.

—Íbamos a empezar en octubre y se ha retrasado unos meses, aunque se va a rodar seguro. No hablo español. Soy un ignorante cuando se trata de idiomas. Pero Terry Gilliam es un genio y sus películas te trasladan a otros mundos. Estoy deseando rodar esa película con él.

—¿Se ha leído El Quijote?

—Sí. Estoy terminándolo. Es un libro larguísimo, en especial la segunda parte. Sé del mal fario de esta historia, sin embargo, dice mucho de mí y mis ganas de interpretarla que, aun sabiendo la mala suerte de Gilliam con Don Quijote, siga queriendo hacerla.

—Usted ha trabajado con grandes cineastas desde Scorsese a Spielberg, Jarmusch y ahora viene Terry Gillian.

—Sí, ahora sé lo que se siente a las órdenes de un gran maestro y quiero seguir así. El cine es un medio del director y es importante trabajar con los mejores. No sé a qué atribuir mi suerte, supongo que estaba en el lugar adecuado en el momento correcto.

—Es el actor de moda en Hollywood.

—Sí, pero no se me olvida que se lo debo a «Girls» y al personaje que Lena escribió para mí en la serie. Como actor no he tenido que pelear para estar donde estoy y eso me demuestra que nadie tiene control en esta industria. Creo que simplemente he tenido mucha suerte

—En la serie «Girls» interpreta a un hombre con fobia al compromiso, sin embargo, usted ha confesado que hizo a mucha gente llorar en su clase de teatro de Juilliard porque consideraba que ellos no se comprometían.

—Estamos hablando de otra etapa de mi vida. Yo crecí muy rápido y como marine tienes una responsabilidad que no es la típica de cualquier joven de dieciocho o diecinueve años, como por ejemplo las vidas de la gente que te rodea. Eso te envejece, lo creas o no es muy diferente el ejército a la escuela de interpretación. La gente es gente, aprendí que no puedo forzar mis maneras militares en mis compañeros actores. Reconozco que me costó adaptarme

—¿Cómo es su relación con la fama?

—Creo que las redes sociales funcionan en detrimento de las personas y las relaciones. No entiendo que un actor se exponga demasiado en los medios. Mi trabajo como actor es mantenerme un poquito alejado, ser como un espía que absorbe lo que ocurre. Cuando eres tú el que es absorbido y consumido por el público, la cosa se complica. Digamos que no tengo la mejor relación con la fama. Todavía no sé cómo enfrentarme a ella, porque ha llegado tan rápido a mi vida que se ha convertido en un imposición incómoda.

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