poster Vídeo

Infiltrado (**): La vida en el avispero

La intriga es liosa, pero se sigue con cautela y miedo, y está bien dosificada la combinación del mal en estado puro y los diversos dramas familiares en los que husmea

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ni todo en esta película puede considerarse como un aprobado raspón dentro de la asignatura del género, ni su única aportación excepcional es la muy buena interpretación de Bryan Cranston, el actor que clavó a Dalton Trumbo y que aquí remacha a un policía al borde de la jubilación que se infiltra, con las mismas complicaciones que un supositorio al revés, entre la más alta gama de la mafia colombiana de la droga.

Cualquier cosa que se cuente de este mundo está, sin duda, basada en hechos reales, esta película, muy seca y sórdidamente construida, señala en varios pasajes la extrema dureza de ese mundo en el que cualquier duda, la más mínima metedura de pata, supone que las diversas partes de tu cuerpo viajarán a lugares distintos.

El director, Brad Furman, consigue un vistoso tapiz «ochentero» (todo lo relacionado con la época en la que suceden los hechos salta a la vista y al oído) y un equívoco dibujo moral, en ese sentido chusco del refranero de que el trato hace el cariño (a notable altura están para descoyuntar la ética de la película el trabajo de Benjamin Bratt y Elena Anaya, con un pie a cada lado de la simpatía del espectador).

La intriga es liosa, pero se sigue con cautela y miedo, y está bien dosificada la combinación del mal en estado puro y los diversos dramas familiares en los que husmea. Y especialmente afinados están los personajes que interpretan John Leguizamo, uno de esos policías que se afeita de vez en cuando, y Ochandiano y Simón Adreu, dos perlas de la familia.

[Compra tu entrada para ver la película aquí]

Ver los comentarios