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Hedi, un viento de libertad (***): La pasión conoce fronteras

El protagonista es uno de esos personajes pasivos, que provocan en el espectador ganas de zarandearle para que espabile un poco

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Hemos visto unas cuantas películas sobre la represión que sufre la mujer bajo determinada concepción del islamismo. La novedad de esta película es recordarnos que la represión también afecta a la otra parte contratante. Hedi, el protagonista, vive una vida plácidamente ordenada por una madre autoritaria, tiene una novia tradicional y un trabajo que no le apasiona pero que tampoco cuestiona demasiado.

Ese -precario- equilibrio vital se desmorona cuando conoce en un viaje de trabajo a un tipo de mujer muy diferente, que le revela no sólo un mundo nuevo sino también un Hedi distinto que albergaba en su interior.

Y es así como un personaje que hasta entonces era uno de esos protagonistas pasivos, que provocan en el espectador ganas de zarandearle para que espabile un poco, sufre lo que en tiempos se llamaba una «toma de conciencia» cuya resolución no vamos a destriparles aquí... Sólo apuntar el detalle de que la acción tiene lugar en Túnez, antaño uno de los países de costumbres más abiertas del Magreb, en un enclave turístico que ahora no tiene apenas visitantes foráneos.

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