Crítica de «Gringo: Se busca vivo o muerto»: Déjame vivir
«Si el espectador entra en el juego que plantea la película, no se quejará a la salida»
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El humor negro no es para todos los paladares, pese a que como salsa es tan versátil que acompaña bien cualquier género. «Gringo» abarca varios de ellos. Tiene casi tantos, incluido la comedia, como giros la trama. Si el espectador entra en el juego, no se quejará a la salida. Como mínimo, no se preguntará nunca cuánto falta.
Otra advertencia: Nash Edgerton tiene más de cuarenta años y no había dirigido ningún largo, aunque atesora una larga experiencia cinematográfica en toda suerte de oficios: de especialista a intérprete. También ha realizado decenas de cortos y vídeos musicales... Bob Dylan , premio Nobel, es uno de sus protagonistas favoritos. En «Gringo» lo sustituye su hermano Joel, otro tipo de carrera desconcertante, acompañado por Charlize Theron, nada menos, y por David Oyelowo, que suele hacer películas raciales, quizá porque tiene cara de bueno. Lo importante es que es competente como actor y que la película es tan entretenida como poco previsible. También es cierto que la podría haber rodado del tirón Daniel Kaluuya, justo después de «Déjame salir», con la que comparte algunos elementos, quizá no los suficientes.
La historia, bien pensada, no tiene pies ni cabeza. Empieza con una trama empresarial en la que las bajas pasiones están tan presentes como en cualquier compañía y, a partir de ahí, los guionistas - Matthew Stone («Crueldad intolerable») y Anthony Tambakis (que ya escribió la notable «Warrior» para Joel Edgerton)- añaden ingredientes como si fueran a descongelar la nevera.
Lo sorprendente del caso -o no, porque los Edgerton no han llegado a la mediana edad de brazos cruzados- es que las peripecias del bueno de Oyelowo y las intrigas de los pérfidos Charlize y Joel son seguidas con interés . Amanda Seyfried y Thandie Newton, otras dos que no sobran nunca, ayudan a frenar el posible exceso de giros.
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