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Shahab Hosseini y Taraneh Alidoosti

El viajante (****): Parada y fondo por el cine de Asghar Farhadi

El espacio narrativo de un conflicto en el que tanto empujan los celos, como la humillación, la venganza y la estabilidad matrimonial

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Unos días después de ganar el Oscar a la Mejor Película en lengua no inglesa, se estrena «El viajante», del director iraní Asghar Farhadi, al que muchos conocerán más por su ausencia en la ceremonia de entrega del Oscar como protesta a la política de inmigración de Trump que por su brillante filmografía anterior. Aunque su gesto de no ir a recoger este Oscar pudiera parecer inane, innecesario o invisible, en realidad no lo es, pues Farhadi no es sólo el cineasta más importante de su país y el que le ha dado un vuelco emocional a la idea que se tenía del cine iraní, sino que también es un personaje de repercusión mundial (la revista Time lo incluyó hace unos años entre las cien personas más influyentes del planeta).

En el cine de Asghar Farhadi se aprecia la peculiaridad de contener lo mejor del universo sentimental de las películas, digamos, de Occidente, embadurnado con lo que podríamos considerar la narrativa, la moral y la savia existencial de la crónica de su zona del mundo. Hasta ahora, la película que mejor reflejaba esta mixtura cinematográfica era «Nader y Simin, una separación», película que emocionó a todos y que ganó todos los premios, incluido también el Oscar a la mejor película extranjera en 2011. Era un intensísimo drama de pareja, un perfecto mosaico social y un juego de equívocos y culpas que revolucionaron esa idea de paciencia infinita, de cálculo entre lo artístico y lo culturalmente elitista de mejor cine iraní hasta entonces, capitaneado por la figura de Abbas Kiarostami.

Pero, Farhadi ya había dado muestras de que él no dejaba una rendija para entrar en su cine, sino que te lo arrojaba encima como si fuera un cubo de emociones, en su anterior película, «A propósito de Elly» (2009), un perfecto empaquetado de drama, comedia, intriga y denuncia social, que además presentaba ya a lo grande a Golshiftel Farahani, esa actriz de frescor de manantial que acabamos de ver en «Paterson». En el 2013, en su película anterior a esta que ahora se estrena, «El pasado», Farhadi traslada su universo con todo el mobiliario desde Teherán a París, y mantiene toda esa tensión de pareja quebrada en una historia igualmente rebosante de emoción y lucidez moral.

Ahora, en «El viajante», Asghar Farhadi vuelve a situar la historia que cuenta en el corazón de Teherán y en el alma de la pareja, y en el espacio narrativo de un conflicto en el que tanto empujan los celos, como la humillación, la venganza y la estabilidad matrimonial. Con enorme precisión, la película proporciona dos puestas en escena, una ficticia con la representación de «La muerte de un viajante» y otra real y actual con el proceso degenerativo de un hombre sólido, con un matrimonio sólido y una posición sólida cuando un hecho circunstancial y grave (un desconocido ataca sexualmente a la esposa en la casa a la que se acaban de cambiar por los daños ocasionados en su casa anterior) empieza a anegar de intrigas e incomodidades lo que había su vida hasta entonces… Y transcurren en paralelo, y sin apenas rozaduras, esas dos puestas en escena de la película: continúan los ensayos de la obra y continúa la «obra» del suceso entre ellos, entre una mujer humillada y un hombre incapaz de gestionar las contradicciones que le asaltan.

Es curioso como en todo el cine de Farhadi, el conflicto esencial, lo que mueve la trama interna y sentimental de los personajes (la falsa acusación en «Nader y Simin…») se extrae del campo visual narrativo de la historia, se mantiene fuera de la «vista» del espectador, otorgándole al relato una intriga especial, casi policial, mientras que se alienta la reflexión sobre el carácter, la moral y los desequilibrios de clase, sexo, cultura y religión de la sociedad iraní. Y todo ello captado con precisión por una cámara obsesionada en la sutileza de los gestos, en los más cotidianos detalles y en darle sentido a unos diálogos magníficos, tan magníficos como la interpretación de la pareja protagonista, Shahab Hosseini, premiado en Cannes por su interpretación, y Taraneh Alidoosti, que ya aparecía en «A propósito de Elly».

«El viajante» mantiene en perfecta armonía la tensión y la emoción, su caparazón de «thriller» y su alma de melodrama, y dosifica los giros sentimentales y de la intriga de tal modo que mantiene siempre alerta a un espectador ávido de recolectar y ordenar la información siempre sorprendente, inesperada, que termina acomodándose como las fichas de un puzzle. Y lo más sorprendente es que uno sale de verla con el corazón prieto y con la sensación de que si vuelve a verla, si deshace el puzzle, tendrá otra imagen aún más completa y mejor de esta emocionante historia.

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