Folk universal y para masas en las Noches del Botánico

The Lumineers estrena su segundo disco «Cleopatra» en el arranque del ciclo de conciertos de la Universidad Complutense de Madrid

Madrid Actualizado: Guardar
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Les catapultó su disco de debut, de título homónimo. The Lumineers rompieron moldes allá por 2012. Ahora estrenan nuevo disco, «Cleopatra» (2016), que rebusca en esos sonidos de la calma, la mirada introspectiva, de mandolina, guitarras, de naturaleza rebosante. Mucha corrección. Buen hacer, sí. Pero mucha fórmula manida y forzada, con algún momento grandilocuente que encandiló anoche en Madrid a una audiencia entregada desde el primer momento.

El público veinteañero fue multitud viendo a The Lumineers, una banda estadounidense que siguiendo la estela de Mumford & Sons y de Of Monsters and Men, triunfan de manera apabullante. Por ese punto que mezcla, al «songwriter» o cantautor estadounidense con la banda de folk con raíces muy de la tierra y de la naturaleza; y la épica, esa épica que hizo triunfar por ejemplo a The Arcade Fire. Ya podrían parecerse más a proyectos personales como Bright Eyes, del genial Conor Oberst, Lambchop o a los mismísimos Bon Iver.

Eso ya serían palabras mayores.

The Lumineers inauguraron el ciclo de conciertos veraniegos de las Noches del Botánico, en el que será seguramente el concierto para público más joven, con mayoría de mujeres. Los Iluminados, traducción no literal y personal, salieron a por todas con su éxito «Sleep On The Floor» u «Ophelia». Y en seguida desgranaron el hit de su primer disco «Flowers In Yout Hair», y todos a una coreando. El quinteto de Denver traía una escenografía minimalista presidida por cinco bloques de tubos con apariencia de rascacielos, representando al quinteto.

Mucha pose, y mucho «rollazo», decían unas chicas entre el público, que desprende Wesley Keith Schultz (voz y guitarra) como «frontman». Y luego ese momento en el que se adentran entre el público para goce de muchos, pero que tiene más de fórmula efectista que de recurso natural. Sí, tienen canciones preciosas como «Slow It Down» o «Angela», pero no dejan de acabar sonando lineales, aunque se intercambien instrumentos (que si uno toca los teclados, la mandolina y el acordeón, que si otros coros y chelo, otro batería y chelo, etcétera).

Hace cuatro días habían tocado en Glastonbury, donde se atrevieron a tocar hasta una versión de Bob Dylan. En Madrid habían agotado entradas tres semanas antes. Wesley resaltó lo asombroso que le resultaba el espacio y el público. Antes de atacar con una canción en solitario, «Stubborn Love», otro de sus mega éxitos, sonó en la recta final como un himno universal. The Lumineers, o el triunfo de la clase acomodada del folk, como el devenir del tiempo presente.

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