Casa Piluca: cocina para todos

El restaurante ofrece cocina popular madrileña en el corazón de la capital

Comedor de Casa Piluca ABC
Carlos Maribona

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En el barrio más castizo de Madrid , enfrente mismo de la plaza de las Vistillas , Casa Piluca conserva la identidad de las tradicionales casas de comidas, las que han sabido preservar la cocina popular madrileña contra viento y marea. Ya su comedor, con las paredes recubiertas de madera , fotografías de visitantes más o menos ilustres, objetos variopintos que van desde trofeos de caza hasta palos para jugar al polo o camisetas de los equipos de fútbol madrileños, repisas llenas de botellas de vino y viejas lámparas de aire elegantón, es fiel reflejo de esa identidad. El comensal llega a tener la sensación de que el tiempo se ha detenido en este restaurante. Por su ubicación, podría pensarse que se trata de un espacio para los muchos turistas que frecuentan la zona, tan próxima al Palacio Real y a la Catedral de la Almudena , pero lo que encontramos en ese comedor es fundamentalmente público local atraído por una confortable cocina tradicional, muy centrada en los productos de temporada. Tanto, que la breve carta, de apenas una veintena de platos, se escribe a mano cada día, como es habitual en las casas de comidas. Al frente de todo, Alejandro Jiménez se ocupa de que nada falle , desde los platos de cuchara hasta los pescados del día. Y si se tercia, o algún cliente lo encarga con antelación, algo de marisco de calidad.

La carta se completa con algunas sugerencias que el camarero canta de viva voz. Tienen merecida fama en Casa Piluca los huevos rotos (13 €). Huevos de calidad sobre patatas panaderas, sin más elementos en el plato, muy ricos. De ellos habló muy bien el New York Times en un reportaje sobre Madrid. Otra especialidad de la casa son los callos , aunque el día de nuestra última visita no los tenían. Si se los ofrecen, pruébenlos, no se arrepentirán. Asignatura pendiente la calidad del pan, impropio de esta casa. Nos gustan especialmente las berenjenas fritas (12), que en lugar de en las habituales rodajas se cortan en tacos gruesos antes de pasar por la sartén. Con un rebozado ligero, sin apenas grasa, resultan muy buenas. Agradables también las habitas salteadas con jamón (14). El resto de entradas se adaptan más a la temporada veraniega manteniendo la misma línea tradicional: tomate con ventresca, pimientos asados, boquerones en vinagre, salmón ahumado con aguacate o champiñones al ajillo.

Como platos principales solamente dos carnes, o solomillo (22) o entrecot (19,50), y cuatro pescados, entre ellos la merluza de anzuelo (23) y el rape (23), habituales ambos en la carta. El segundo se hace a la bilbaína, un clásico. Nos ofrecen como recomendación del día bonito con tomate (17). Un acierto porque el pescado está muy bien tratado, jugoso y en su punto, y muy lograda la fritada que lo acompaña, con el sabor de esa cocina casera de antes.

A la hora del postre no nos dan muchas opciones. O fruta fresca, o helados , o tarta de queso hecha en la casa (5,50). No está nada mal esta última, aunque mejoraría con menos cantidad de coulis de fresa por encima. La bodega es tan tradicional como la comida. Suficiente para una casa como esta.

Contacto : Tel. 91 365 12 69. Cierra domingos y lunes noche. Aparcacoches.

Lo mejor : Los huevos rotos.

Precio medio : 40 €.

Calificación : 6,5.

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