Todo por la patria

Este es el ejemplo supremo de entrega a un ideal, a un compromiso, a un lema que debería hacernos pensar

Francisco Robles

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El cabo Diego Díaz lo ha dado todo por la Patria. Antes de explayarnos con el obligado elogio hay que aclarar algo si queremos ser fieles al espíritu del cuerpo. Este guardia civil no ha hecho más que cumplir con su deber. Y punto. Los que van de verde no van de farol. Van de verdad. Con la verdad de su palabra y de su compromiso por delante. Con el honor como divisa, como seña de identidad, como palabra que no pronuncian nunca: se limitan a ponerla en práctica. El cabo Diego Díaz no ha perdido la vida en Guillena: la ha dado, que es distinto. Y sin esperar nada a cambio.

Ahora que se lleva la posmodernidad líquida que sirve para acomodarnos a la vida y para que la vida se acomode a nuestros gustos y caprichos, este guardia civil ha dado lo único que tenía, que era precisamente eso: la vida. Y lo ha hecho porque ese cuerpo es un lujo para España. Y eso que están mal pagados y mal vistos por los demagogos alérgicos a los uniformes que rajan mucho y que serían incapaces, llegado el caso, de tirarse a un río para salvar las vidas de los que están atrapados en un coche. El cabo Diego Díaz -hay que repetir una y otra vez su nombre para que no se olvide- se lanzó sin pensárselo dos veces. ¿Un cuerpo represivo? ¿Pero quién puede sostener semejante dislate en nuestros días?

Cada vez que conozco más la Guardia Civil, más admiración siento por cada uno de sus hombres y mujeres. Y más dolor experimento cuando alguno se sale del carril y traiciona a sus compañeros. Este no es el caso. Este es el ejemplo supremo de entrega a un ideal, a un compromiso, a un lema que debería hacernos pensar. Todo por la Patria. Azulejos en la puerta de un cuartelillo. Un patio donde juegan los hijos del cuerpo y del alma que inspira a esta institución. Pisos mal acondicionados.

El cabo Diego Díaz no ha perdido la vida en Guillena: la ha dado, que es distinto

Francisco Robles

Condiciones de vida impropias para un cuerpo de élite dispuesto a estar disponible durante las veinticuatro horas del día y de la noche. Sueldos por debajo de los policías autonómicos en una ofensa a la dignidad que debería terminar cuanto antes. Pero todo eso da igual. A pesar de estas circunstancias, ellos van a lo suyo, que es lo nuestro.

Estos guardias civiles del siglo XXI son los ángeles de la guarda que visten de verde y que se ponen tricornio cuando van de gala. Esta Semana Santa, cuando salgamos a la calle y los veamos de esa guisa delante de los pasos, recordemos el ejemplo del cabo Díaz. En cada uno de esos guardias hay un héroe en potencia, un tipo dispuesto a jugarse el pellejo en cuanto haga falta por salvar la vida de un perfecto desconocido. En cada mujer, en cada hombre con guerrera y tricornio hay un héroe ofrecido que no dudará un instante si llega el caso de dar su vida para salvar la de otro. Esto no es un elogio desmedido, ni un ataque de ojana ajena. Esto es la pura verdad, y ahí están los innumerables ejemplos de heroísmo para comprobarlo. Empirismo en estado puro con el cadáver de cuerpo presente. Heroísmo sin figuroneo. Todo resumido en cuatro palabras. Todo por la Patria. Y punto final.

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