LA TRIBU

Primavera

Si la gente del toro quiere sol y moscas, la gente de la Semana Santa quiere luz, sol hecho a medida, brisa nocturna, cielos rasos...

La primavera eclosiona en cada una de las flores J. M. SERRANO
Antonio García Barbeito

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Que le digan a la gente del norte y de la dura Castilla que ya es primavera, en El Corte Inglés, en el almanaque o en los telediarios. El de Moguer dijo «Es abril porque abril está pasando», y esta gente que tiene que buscar su coche enterrado en nieve, que ve blancos de frutos de la nevada los árboles de su alrededor, que sabe que si no hay cadena o máquina quitanieve no hay camino posible, y que no hay mejor despensa que una buena leñera, esta gente no quiere saber nada de que la primavera entra el 21 de marzo. Eso habrá sido otros años, otras veces, cuando en el invierno llovió y hubo sus nieves, sí, pero cuando marzo abrió los ojos ya estaban allí, zumba que te zumba, las abejas, las flores y el sol como el mejor pájaro.

Las imágenes invernales que vemos en los informativos de la televisión tienen aquí su invisible réplica, que aunque aquí haya flores donde copos, frío hace para colocar braseros en los palcos de Semana Santa, como en una imagen de Viernes Santo que guardo de Palencia, que estaba la gente —no había más de seis o siete paisanos— sentada en unas gradas improvisadas y desnudas, apretujándose una contra otra como gallinas en un gallinero de diciembre. Si la gente del toro quiere sol y moscas, la gente de la Semana Santa quiere luz, sol hecho a medida, brisa nocturna, cielos rasos y amigos y, en fin, un puñadito más de manga corta que de vuelta de abrigo. Aquí abajo se sabe que la única fecha de bufandas, candelas y esas cosas están más representadas junto a los Nacimientos que junto a la Pasión. Una saeta se clava mejor cuando el frío excesivo no le humedece las alas. Cuando aquí se dice primavera, es la primavera, y eso significa flor, incienso, chaqueta de entretiempo, mediodía que se aguanta bien en la sombra y noche que se lleva divinamente con un paseíto entre una cofradía y otra. Por eso, aunque aquí no hagan falta máquinas quitanieves, ni haya más copos que las flores, ni sople el cierzo, este frío que tenemos y que dicen que seguirá, bien podría salir de penitente en Ávila, pero no aquí. Aquí, repito, la variante del taurino sol y moscas es cielo azul, brisa amable, sol a medida y, mientras llega la próxima, te cambio una torrija por una copa con tapita de cuaresma. O vamos a sentarnos un rato en esos jardines. Ya es primavera aquí, dicen. Pues que cada uno haga lo que tiene que hacer. Y la primavera, al menos aquí, sabe de sobra qué tiene que hacer para ser bien recibida. ¿O nos va a decir ahora marzo, tan viejo en nuestras calles, que ya no se acuerda de cómo hay que ser en Sevilla, cuando Sevilla lo llama para que la vista?

antoniogbarbeito@gmail.com

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