LA FERIA DE LAS VANIDADES

Objetivo 110

«Hay que dar por descontados a los jóvenes que se han ido ya con Ciudadanos, o que están a punto de hacerlo; tenemos que ir a por nuestros votantes de toda la vida»

El líder de Ciudadanos en un acto público en el Parque Berlín de Madrid DE SAN BERNARDO
Francisco Robles

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Con 110 diputados se conforman. Con el mismo número que provocó el rotundo fracaso de Rubalcaba. Los tiempos cambian que es una barbaridad. El partido más votado en las tres últimas elecciones —las del medio no sirvieron para nada— se daría con un canto en los dientes si sacara ese número de escaños en el Congreso. La alerta naranja se ha encendido en el PP, por mucho que algunos lo nieguen con esa suficiencia propia de los que se pierden en las alturas del poder. La juventud no está por los partidos dinásticos, los que hicieron la Transición, los que antes se disputaban la Moncloa entre ellos solos, como si no hubiera otra posibilidad de llegar al Gobierno. O los unos, o los otros. Pero todo eso ha cambiado de forma radical, y ahora se abre eso que los cursis llaman un nuevo escenario.

«Con 110 diputados nos conformamos, y para conseguirlos hay que ir a por los nuestros, con tanta Gurtel y tanta Púnica es imposible arrimar más votos, eso hay que darlo ya por perdido, como hay que dar por descontados a los jóvenes que se han ido ya con Ciudadanos, o que están a punto de hacerlo, intentar recuperarlos es un error, tenemos que ir a por los fieles, a por nuestros votantes de toda la vida, porque si no es así, podemos quedarnos por debajo de la centena, y eso sería una catástrofe en toda regla». El veterano diputado habla sin cortarse un pelo, tiene la suficiente experiencia para saber de qué va esto, y no se muerde la lengua. ¿Para qué? ¿Para creerse las mentiras que se fabrican los que le tienen miedo a la realidad?

El paro baja hasta el punto de que la Junta de Andalucía lo ha celebrado como un hecho histórico. La economía se recupera. Con todos los problemas habidos y por haber, pero se recupera. La prima de riesgo ya es de la familia lejana, de esa que nunca aparece por casa, ni siquiera de visita. Con el miedo que le teníamos a la dichosa prima, y a los hombres de negro que iban a intervenir España con sus ordenadores insobornables conectados a una red secreta. Pues nada de eso es un problema. El desastre que dejó Zapatero se ha ido resolviendo poco a poco con el sacrificio de las clases media, y con la burocracia intacta. Rajoy mete la pata de vez en cuando a su más puro estilo, como cuando dice que no hay que meterse en el inaceptable asunto de la diferencia de sueldos entre hombres y mujeres. Pero la cosa está mejor. Esa cosa de la que se prohibía hablar en bares y tertulias familiares. Esa cosa que podría refrendar al PP en las urnas si no fuera por la corrupción.

Porque ahí es donde está el agujero negro por el que se le van los votos en una sangría que se tiñe con el naranja de Rivera y Arrimadas, el dúo de moda. Vivimos en tiempos de la posmodernidad líquida, y el zumo de naranja es muy atractivo para los jóvenes que se han criado en una ética y una estética que nada tienen que ver con los partidos de siempre. Contra eso no pueden hacer nada los peperos que ven el cartel de Rajoy como candidato para los próximos comicios y tiemblan en silencio. Feijoo espera callado. Y el número tiembla sobre las cabezas de huevo del aparato. Con 110 se conforman. Con los mismos que sacó Rubalcaba cuando tuvo que irse de Ferraz. Las derrotas de antaño son los triunfos de hogaño. Todo depende del resultado final, que diría Rajoy. O no.

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