COMENTARIOS REALES

En modo UCD

Si el PP denunciara al New York Times y no al ABC de España, quizá recuperaría un pelín de tirón internacional

Fernando Iwasaki

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Los resultados de las últimas elecciones catalanas afectarán al Partido Popular en la misma proporción en que el «procés» ha afectado la convivencia nacional, pues millones de ciudadanos han asistido perplejos e indignados al tratamiento contemplativo del aparato estatal hacia unos políticos que desde 2013 no han hecho otra cosa que violar leyes, incumplir sentencias y menospreciar al conjunto de los españoles. No estoy extrapolando los resultados de las elecciones catalanas a futuros escenarios nacionales, sino enmarcándolos en la historia de los partidos del centro-derecha español desde 1978 hasta nuestros días. Por eso creo que el Partido Popular ha entrado en modo UCD.

El PP no es un partido residual solamente en Cataluña, porque ya lo era en el País Vasco desde las autonómicas de 2016. ¿Por qué debería extrañarnos que el PP catalán tenga menos votos que la CUP si en el País Vasco el PP ya tenía menos votos que EH Bildu? Y que conste que el derrumbe del Partido Popular en Cataluña y el País Vasco no ha tenido una reacción inversamente proporcional en el resto del país, sino todo lo contrario. De hecho, si en 2016 Rajoy a duras penas pudo formar gobierno, ahora mismo sería incapaz de renovar aquellos apoyos. El secesionismo catalán ha salido reforzado de la aplicación del artículo 155 y la «Operación Diálogo» ha terminado convirtiendo al estrambótico Puigdemont en un líder heroico, a pesar de las mamarrachadas perpetradas por el personaje.

Por otro lado, si a los mismos españoles ya nos costaba entender los privilegios y excepciones que la administración Rajoy obsequiaba al independentismo catalán, ¿cómo podíamos esperar que fuera de España se entendiera correctamente todo lo ocurrido en Cataluña desde el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017? La indigencia de la política de comunicación del gobierno popular fue igual de rotunda tanto dentro como fuera de España, aunque las denuncias de represión y autoritarismo dañaron de forma irreparable la imagen internacional del país. ¿Por qué nunca existió una respuesta oficial a la altura de la gravedad del desafío secesionista? Puigdemont y sus secuaces transformaron la independencia de Cataluña en una reivindicación global, mientras que Rajoy se obstinó en reducirla a un berrinche provincial. Si el PP denunciara al New York Times y no al ABC de España, quizá recuperaría un pelín de tirón internacional.

Cuando el PP consintió la consulta del 9N de 2014 firmó su renuncia como alternativa de futuro, pero los resultados del 21D constituyen su certificado de defunción. No sé si su relevo será Ciudadanos, mas sí estoy convencido de que millones de personas no volverán a votar por el PP mientras su candidato sea Rajoy o cualquiera de sus pretorianos.

www.fernandoiwasaki.com

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