Álvaro Ybarra

Un mismo idioma y dos discursos enfrentados

A la presidenta de la Junta y al líder socialista les separan sus preferencias en el juego de las alianzas políticas

Álvaro Ybarra
SEVILLA Actualizado: Guardar
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El congreso regional del PSOE celebrado este fin de semana ha servido para confirmar que Susana Díaz ejerce en Andalucía un control monolítico sobre el partido, lo que ha quedado reflejado en la constitución de una dirección ejecutiva a su imagen y semejanza, tal y como anteriormente había hecho Pedro Sánchez en la dirección federal. Este rasgo excluyente es uno de los escasos puntos de coincidencia entre los dos dirigentes, que mantienen grandes diferencias en cuestiones ideológicas tan básicas como la soberanía nacional o el modelo territorial. Entre apelaciones tan falsas como huecas a la unidad del socialismo, Sánchez sostuvo ayer que tanto él como Susana hablan el mismo idioma. Se le olvidó apostillar que utilizan el lenguaje común para deslizar propuestas no sólo diferentes sino abiertamente contrapuestas.

Frente a la defensa de la soberanía nacional y la igualdad entre todos los españoles que postula Susana Díaz, principios que están ligados históricamente al PSOE, el secretario general abandera el carácter «plurinacional» del Estado, un término que ayer se olvidó de mencionar. Frente al discutible sistema federal simétrico que apoyan los socialistas andaluces desde la Declaración de Granada, el PSOE federal aboga por un federalismo asimétrico que contente a los nacionalistas y distinga entre comunidades de primera y de segunda división. «No me hagas elegir entre mi lealtad al PSOE o a Andalucía» pidió ayer Susana Díaz a su secretario general, que ya se ha decantado por apoyar a los nacionalistas catalanes e un intento inútil de conseguir el poder a cualquier precio. Por último a la presidenta de la Junta y al líder socialista les separan sus preferencias en el juego de las alianzas políticas. Mientras Díaz está cómoda con el apoyo de Ciudadanos a Sánchez sólo le salen las cuentas con los votos de Podemos.

Esperemos que si el secretario general del PSOE persiste y hace elegir a la presidenta de la Junta ésta se decante por Andalucía, cuyos intereses deben primar sobre los privilegios a los que aspiran las autodenominadas «comunidades históricas». Por ahora lo único cierto es que el PSOE, dividido en dos mitades casi irreconciliables, no está en condiciones de aportar lo que se espera de un partido histórico para la gobernabilidad de España.

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