Álvaro Ybarra

La limpia de veladores

Con tanto velador, estamos degradando la imagen de Sevilla. Pero en una reducción tan radical de terrazas, van a terminar pagando justos por pecadores

Álvaro Ybarra
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El alcalde Juan Espadas ha tocado a rebato y ha anunciado que para enero de 2017 no quedará un velador en La Campana y reducirá en un cincuenta por ciento los del Casco Histórico. Que en Sevilla sobran veladores y otros obstáculos callejeros es de una evidencia palmaria. Existen calles, como Mateos Gago, en las que es prácticamente imposible andar por las aceras. Por tanto es de justicia reconocer el mérito del alcalde por haberse atrevido a tomar una medida polémica por la que clamaban muchos ciudadanos.

Ahora bien, la decisión de Espadas tiene una contrapartida que no se puede obviar. Frente a los hosteleros que instalan más veladores de los autorizados y saturan las vías públicas existe una mayoría de empresarios que cumplen con la ley y han convertido en los últimos años la gastronomía en uno de los muchos alicientes de Sevilla.

Es cierto que con tanto velador, como sostiene Antonio Burgos, estamos envileciendo y degradando la imagen de Sevilla. Pero no es menos verdad que en una reducción tan radical de terrazas van a terminar pagando justos por pecadores. En Sevilla se ha creado en los últimos años una nueva generación de emprendedores que ha apostado por la gastronomía con gran éxito de crítica y público. Las iniciativas innovadoras de este grupo de empresarios ha permitido a la ciudad multiplicar su oferta y sus espacios, dando un impulso considerable de calidad a la gastronomía local, que no era precisamente lo más destacado de nuestra oferta turística. Por si fuera poco estos restauradores, entre los que hay clásicos y modernos, han sido capaces de crear cientos de empleos especializados en estos años de crisis, hasta el punto de convertirse en uno de los motores de la economía de Sevilla.

Sería muy injusto que metiéramos en el mismo saco a los establecimientos que han abusado de la norma y los que han cumplido con la ley. Sobre todo porque una reducción indiscriminada y radical de los veladores va a ocasionar el cierre de algunos negocios y la consabida pérdida de puestos de trabajo. Cambiar las reglas del juego en mitad de la partida siempre produce daños colaterales. Nuestra felicitación pues al alcalde por haber cogido el toro por los cuernos y nuestro deseo de que la aplicación de la medida se haga con la mesura que un asunto con tantas implicaciones demanda, no vaya a ser que pasemos de la saturación al desmantelamiento.

@aybarrapacheco

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