COMENTARIOS REALES

¿«Internacional» socialista?

O dejan de discutir por tonterías o tendrán que cantar «La Internacional» como el «Aserejé»

Fernando Iwasaki

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¿Seremos más iguales si feminizamos todos los sustantivos presuntamente masculinos que terminan en «o»? ¿En nombre de la visibilidad de la mujer es mejor decir «miembra» o «portavoza» aunque chirríe la lengua? La Junta de Andalucía ya ha multado a la Federación de Asociaciones de Consumidores (FACUA) por el uso de términos sexistas como «usuarios» y «consumidores», conminándola a emplear expresiones más inclusivas como «personas usuarias» y «personas consumidoras», mientras que Podemos y sus mareas han solicitado a la RAE que incluya en el diccionario la palabra «sororidad» —que significaría «hermandad de las mujeres»— para diferenciarla de «fraternidad», que sólo significa «hermandad de los hombres». Demás está decir que algunas entidades como los Boys Scouts, el Club de Leones y los Alcohólicos Anónimos ya han recibido presiones para cambiar sus nombres machistas y discriminadores.

Ante semejante ola de correcciones políticas y lingüísticas, me pregunto por qué nadie ha reparado todavía en la naturaleza sexista, discriminadora y machista del himno que cantan —puño en alto— los nuevos censores de la lengua. Me refiero a «La Internacional», cuya bella melodía no debería ser adulterada cuando se consagre en la letra la visibilidad de la mujer. Ojo a los corchetes:

Arriba los pobres [y las pobres] del mundo,

en pie los esclavos [y las esclavas] sin pan.

Alcémonos todos [y todas] al grito

¡Viva la Internacional!

Removamos todas las trabas

que oprimen al proletario [y a la proletaria],

cambiemos al mundo de base

hundiendo al imperio [de las personas burguesas].

Agrupémonos todos [y todas],

en la lucha final.

Y se alcen [las personas] con valor,

por la Internacional.

Ni en dioses [ni diosas], reyes [ni reinas], ni tribunos [ni tribunas],

está[n] el supremo salvador [ni la suprema salvadora].

Nosotros mismos [y nosotras mismas] reali[zaremos]

el esfuerzo redentor [y redentora].

Para hacer que el tirano [y la tirana] caiga[n]

y [a las personas esclavas] liberar,

soplemos la potente fragua

que el hombre nuevo [y la mujer nueva] ha[n] de forjar.

Como se puede apreciar, me ha bastado con elegir dos estrofas y el coro para demostrar que estamos ante un himno que no sólo impide la visibilidad de la mujer, sino que le hurta su protagonismo revolucionario porque sólo habla del «hombre nuevo». ¿Incluye a las mujeres el concepto de «hombre nuevo»? Desde el punto de vista de una «portavoza» de la «sororidad» de ninguna manera. Por lo tanto, o dejan de discutir por tonterías o tendrán que cantar «La Internacional» como el «Aserejé».

www.fernandoiwasaki.com

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