LA TRIBU

Escrituras

De tanto disfrutar de marzos primaverales, nos hemos creído que marzo no tiene nada de invierno

Imagen del temporal de viento y lluvias que está azotando por toda España MILLÁN HERCE
Antonio García Barbeito

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No vale ahora decir que marzos hubo en los que, desde el primer día, gozamos de la primavera; no vale decir que a qué viene esto, que se va a venir eso que llaman —sea de la naturaleza que sea el acto que vaya a celebrarse— «pistoletazo de salida» y el sol no luce, hegemónico, como tendría que ser. Quizá nos hemos acostumbrado a la benevolencia —vamos a llamarlo benevolencia— de marzo con el calendario festivo, que en cuanto sale un día de los que llaman raros, nos quejamos y protestamos, ponemos gesto contrario y miramos al cielo como diciéndole que ya está bien. Qué mal acostumbrados estamos.

Lo que marzo está haciendo ahora es lo que hacen ríos, arroyos, gavias, huelgas y vegas en cuanto llueve como tiene que llover y las aguas lo ocupan todo. ¿Se adueñan? ¿Expropian? ¿Despojan? No. Lo único que hacen las aguas, cuando llueve como Dios manda, es presentarse en la tierra con sus escrituras de propiedad y ocupar los terrenos que les pertenecen desde que las aguas son aguas y las lluvias, lluvias. Todavía queda una semana de invierno, y así como en septiembre tuvimos que aguantar, y lo vimos muy bien, días de fuego pasado el 21, así puede ocurrir en marzo. Las estaciones, a veces, tienen playas, y esas playas pueden extenderse una semana, dos, incluso un mes, sobre todo si de playas del verano se trata. Estamos en marzo, en la cintura de marzo, y lo normal es que marzo se comporte como el mes que es, susceptible de vestirse de invierno, caprichoso de vestirse de adelantada primavera. Como nosotros, que a veces salimos a la calle bien abrigados y la luz pide media manga, que salimos en mangas cortas cuando el aire de la sobretarde pide doble manga larga. Es marzo, no lo olvidemos, y marzo no es el mes de la primavera desde el principio, por más que nos tenga acostumbrados a serlo. Marzo es marzo, como junio es junio, como diciembre es diciembre, y si uno se hace primavera en las lindes del verano o el otro se hace otoño en invierno, marzo, con tres cuarterones de invierno y uno de primavera, unas veces será lluvioso, otras seco, otras frío y otras primaveralmente florido. Marzo está en plan marzo invernal. Ha llegado con las escrituras de propiedad de sus terrenos y parece que vienen los asustaviejas. No; marzo es marzo y está aquí como quiere estar. Somos nosotros quienes, de tanto disfrutar de marzos primaverales, nos hemos creído que marzo no tiene nada de invierno. Y aquí están, mojadas pero legibles, las escrituras de propiedad que lo acreditan. Tranquilos, que no hay estación que cien años dure. Y como nos hartamos de agua, nos hartaremos de sol. Al tiempo.

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