CARDO MÁXIMO

El cáncer no es un juego

Es mucho más serio que el fútbol y sus enfermos merecen mucho más respeto que el que hemos mostrado a Berizzo

Javier Rubio

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Las metáforas las carga el diablo. Y las metáforas del cáncer las carga directamente Belcebú. Maldita sea. No, el cáncer no es ningún partido que haya que ganar, ni es posible marcarle un gol por la escuadra, ni mucho menos pasar del empate que es la prórroga. Nada de eso, que estos días volverá a ponerse en circulación –es probable que con la mejor intención del mundo– con motivo del diagnóstico de cáncer de próstata al entrenador del Sevilla. No, el cáncer no es un juego en el que lo único que están en disputa son tres puntos de una competición trivial. El cáncer es mucho más serio que el fútbol y sus enfermos merecen mucho más respeto que el que hemos mostrado desde la noche del martes a Berizzo.

Empezando por la bellaquería de soltar el diagnóstico a las bravas sin dejar que sea el paciente —el que tiene que convivir con el tumor— quien elija el momento de hacer un anuncio tan decisivo que atañe a lo más sagrado y protegido de una persona: su salud. Sólo contemplo un caso en el que esté justificada una intromisión tan brutal en la intimidad de un personaje público: un político que se presente a las elecciones y trate de ocultar una dolencia grave cuyo conocimiento puede influir en el resultado en las urnas. Pero un entrenador de fútbol no es alguien que esté sujeto a ningún escrutinio que pase más allá de los resultados de su equipo en el terreno de juego. Así que lo mínimo que debiéramos haber hecho todos es respetar escrupulosamente sus tiempos. Sean cuales sean. Porque hay enfermos que corren a desahogarse con los allegados y hay otros que se toman su tiempo hasta digerir la noticia. Decididamente, no hemos estado muy finos con el cáncer de Berizzo, entre otras cosas, porque ni él mismo, ¡que es el principal concernido!, ha despejado aún todas las incertidumbres. No es muy difícil imaginar que se sentirá abrumado, la sensación que sigue a la estupefacción primera en cuanto se conoce un diagnóstico de esta índole.

No, el empate del Sevilla sobre la cancha no tiene nada que ver con el cáncer. Eso es una forma de traicionar al enfermo, que es lo que estamos haciendo entre todos con tanto manoseo como si algo tan grave en la vida de una persona pudiéramos hacerlo pasar por un acicate para desencadenar una reacción deportiva. Sería tomarlo como algo banal. Tampoco lo contrario: desencadenar las metáforas bélicas que hablan de lucha y de batallas porque trasladan a los enfermos una carga en el proceso de su curación que excede de su responsabilidad como paciente. Decididamente, dejemos las metáforas a un lado y deseemos un pronto restablecimiento al Toto Berizzo. Y el que quiera y sepa, además, que rece.

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