LA TRIBU

Balón infinito

La actividad del fútbol es como una factoría que funcionara las veinticuatro horas de todos los días

El fútbol no tiene límites como actividad IGNACIO GIL
Antonio García Barbeito

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Cuando el mundo era más normalito, la temporada de fútbol acababa y acababa, mataban el gusanillo con algún torneo de agosto y los chavales esperábamos en septiembre los nuevos álbumes y las estampitas de futbolistas, que casi siempre eran los mismos, y si algún fichaje cogía por sorpresa a las imprentas, se retocaba la camiseta como se retocaban —qué horror— con espantosos colores las viejas fotos en blanco y negro, en las que pintaban a lápiz corbatas o camisas con botones. Pero la temporada acababa y acababa. El balón de la liga se embarcaba en el tejado del verano y nos daban un respiro primo hermano de las vacaciones escolares. Desde hace ya bastantes años —desde que el dinero manda en el fútbol como un golfo sin escrúpulos—, aquí no hay más descanso que los minutos que dividen en los partidos el primer tiempo del segundo. Todo es un balón que no para de rodar por el césped, de volar a portería o al área. Un balón hecho para no parar, para no dejar de mover masas, intereses, tratos, enjuagues… Un balón infinito.

La tierra tiene su descanso, su puerperio; y tiene su sueño la savia. Descansa el hombre y descansan los animales, las aves, los insectos. Todo descansa, menos el balón del fútbol. Ha terminado la temporada y no se nota en ningún sitio, porque la actividad del fútbol es como una factoría que funcionara las veinticuatro horas de todos los días, incluidos domingos y festivos. Cuando no hay un partido acordado meses atrás, hay jaleo de fichajes, que parece que Fulano se va al Barcelona, que si Mengano se va al Madrid, que si el otro se retira, que si hay que cambiar de director deportivo, de entrenador o de utillero. El balón no para, y hoy es una rueda de prensa y mañana es un bulo; pasado mañana una noticia inventada y días más tarde un ascenso o un descenso. Y por si faltaba algo, viene un campeonato del mundo. Que vaya tela, que el seleccionador no lleva a ninguno de nuestro equipo, que a lo mejor nos elimina Marruecos, que a ver si fichamos a alguno que destaque en el Mundial… Rueda, vuela o rebota el balón del fútbol, ora cambiando el nombre de un viejo estadio, ora cambiando el color de la camiseta, ora cambiando de marca deportiva. Balón infinito. Jamás caen de la prensa las noticias del fútbol, a veces de cierto interés y casi siempre de rumores hinchados por la necesidad de un periodista, de un agente de futbolistas o de quien sea. El molino del fútbol no puede dejar de moler. Y en ese mismo molino, mezclados con balones, nombres famosos de futbolistas y de clubes, estamos nosotros, nos arrastró el fútbol. Y así seguimos, abducidos por un balón infinito.

antoniogbarbeito@gmail.com

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