FERIA DE LAS VANIDADES

El amor no se estila

Las mujeres no están dispuestas a tragarse los sapos de ninguna manada. Y los hombres que no vamos así por la vida, tampoco

: Protesta por la sentencia del juicio conta "la manada" ante la audiencia provincial de Pamplona Navarra Matías Nieto
Francisco Robles

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No se trata de los juegos malabares del ellos y ellas, del nosotras y nosotros. No estamos hablando de esas políticas que sirven para mantener colocados y colocadas a quienes hacen del género un negocio, con la perspectiva incluida para que no falte de nada. No se trata de esos gestos impostados que pretenden cambiar la realidad cambiando el uso del lenguaje, como si eso fuera posible. No. Se trata de algo mucho más profundo, de una ola de protestas más que evidente, y que por eso mismo no quieren ver los que se obcecan con los argumentos técnicos que de nada sirven cuando la sociedad reacciona ante lo que siente como una injusticia. Solo hay que hablar con mujeres inteligentes, sensatas y nada sectarias para darse cuenta del nivel que hemos superado tras la sentencia del juicio al que se han sometido los miembros de «la Manada».

—¿Y ahora qué vamos a hacer nosotras si nos encontramos ante una situación similar? No imaginas la sensación de inseguridad que esto provoca. Y lo más duro no es eso, sino el miedo que te entra como madre. ¿Qué va a ser de nuestras hijas, qué les podemos decir a partir de ahora, cómo vamos a dejarlas solas por ahí?

No estamos ante una situación creada o recreada por la pamema de la corrección política, sino ante uno de los males más preocupantes de nuestra sociedad: el uso de la coacción y de la violencia para obtener por la vía rápida el placer inmediato. El otro, o la otra, es un mero objeto del que se puede gozar al antojo del más fuerte. De nada valen los valores que caen estrepitosamente y que les ceden su puesto a las pulsiones más abyectas. Porque ese es el fondo del asunto que nos ocupa: la maldad que anida en el comportamiento repulsivo de una manada de fieras que no tienen piedad alguna ante una chica indefensa. Ahí está la madre del cordero devorado por los lobos.

De un tiempo a esta parte se multiplican esos comportamientos sin que la sociedad reaccione. Estamos criando el virus de la nula resistencia a la frustración. Vivir es sentir esa frustración a cada momento. De ahí nace una de las tres potencias del alma: la voluntad. Pero esto ya no se estila. No está de moda. Ahora se lleva el capricho por encima de todo. Que se lo pregunten al profesorado que aguanta carros y carretas desde los tiempos de la Logse. Generaciones de jóvenes maleducados en esa nula resistencia a la frustración para que no caigan víctimas del trauma. ¿Recuerdan los gloriosos tiempos del trauma? Cualquier negativa al deseo de un niño o de un muchacho podía originar el tan temido trauma.

Ya nada será igual. Las mujeres no están dispuestas a tragarse los sapos de ninguna manada. Y los hombres que no vamos así por la vida, tampoco. Porque ese comportamiento tan cruel como cobarde es algo que no retrata a un hombre de verdad, al que busca en la mujer a la compañera, al sujeto del amor y no al objeto del deseo desatado. El amor no se estila. Enamorarse es lo revolucionario en estos tiempos que corren. Pero cuando uno cree firmemente en algo, tiene que decirlo alto y claro. Estos bichos se han perdido lo mejor del sexo, que es el amor. Y se han quedado con lo peor. Su condena será mirarse al espejo cada día. No hay peor infierno que ese.

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