Agua en el desierto

Mientras Yaghi es aclamado en todo el planeta, Veiga sóla ha logrado que el alcalde de El Viso se haga una foto en su empresa

Luis Fernández, Juan Veiga y Manuel García, responsables de la fabricación de esta máquina ABC
Manuel Contreras

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Omar Yaghi es un acreditado químico jordano-estadounidense, catedrático de Química en la Universidad de California en Berkeley, que acaba de lograr el premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Básicas de la Fundación BBVA, uno de los más prestigiosos del mundo en la materia. Encontrarán la historia unas páginas más adelante: Yaghi logra el galardón por crear un prototipo capaz de producir agua en un laboratorio, concretamente casi tres litros en doce horas. La revista «Science» ha recibido el artilugio como uno de las grandes noticias de los últimos años, ya que su evolución permitirá crear agua en el desierto sin más combustible que el propio aire. El invento, que se basa en lo que el catedrático ha bautizado como «química reticular», consiste básicamente en nuevos materiales -los MOFs (Metal Organic Frameworks) y los COF (Covalent Organic Frameworks)- que son muy porosos y actúan como esponjas cristalinas a escala molecular. Este material revolucionario capta durante la noche las moléculas del aire y durante el día la radiación solar calienta la estructura metalorgánica, liberando las moléculas en forma de agua. Omar Yaghi afirma en las conferencias que pronuncia por todo el planeta que su invento evolucionará a nuevos prototipos capaces de generar 30 litros de agua al día.

Enrique Veiga no es catedrático ni ha estado nunca en Berkeley. Tampoco da conferencias. Es un ingeniero frigorista jubilado de 75 años que llegó a Sevilla hace medio siglo para trabajar en el Puerto. Veiga inventó hace tres años, tras dos décadas de investigación personal, una máquina capaz de producir 120 litros de agua al día en mitad de un desierto y en las peores condiciones climáticas con el consumo energético equivalente al gasto medio de una lavadora, gracias a una técnica de condensación. Países de clima desértico, como Namibia o Irán, ya han adquirido aparatos, aunque Veiga sigue siendo un perfecto desconocido para la comunidad científica.

No pretendo comparar los aparatos de Yaghi y de Vega, porque son diferentes y carezco de conocimientos de química para juzgarlos. Pero ambos han sido revolucionarios y se han considerado eficaces para mejorar las condiciones de vida en ambientes hostiles y como herramientas interesantes para afrontar el cambio climático. Lo llamativo es que mientras Yaghi es aclamado en todo el mundo, Veiga sólo ha conseguido que el alcalde de El Viso del Alcor se hiciera una foto en la puerta de su empresa días después de que la noticia saliera en la prensa. Ni apoyo universitario, ni subvenciones públicas, ni premios institucionales, solo el trabajo quijotesco de una persona con fe en su propia inventiva. Ojalá los inventos de Omar Yaghi o Enrique Veiga acaben con el problema de la falta de agua en el mundo; terminar con la sequía de impulso al emprendimiento en el desierto productivo andaluz es una tarea que requerirá bastante más tiempo.

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