Wendy está luchando

Encantadora muchacha de ficción que la mayoría conocimos en la versión edulcorada de la factoría Disney

Manifestación feminista del 8M L. V.
Julio Malo

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Encantadora muchacha de ficción que la mayoría conocimos en la versión edulcorada de la factoría Disney, tramado comercial empeñado en banalizar excelentes piezas literarias para consumo de un público dócil y poco crítico, como lucidamente explica el escritor y activista de los derechos humanos Ariel Dorfman (Buenos Aires, 1942) en su libro “Para leer al pato Donald” (Valparaiso, 1971). Wendy aparece por vez primera en la obra teatral “Peter Pan”, del novelista y dramaturgo escocés James Matthew Barrie (1860-1937), que se estrenó en diciembre de 1904; tras varias representaciones su autor la desarrolla seis años más tarde en una novela: “Peter Pan y Wendy”.

Ambos personajes habitan el onírico País de Nunca Jamás, para George Bernard Show, no tanto entretenimiento infantil, sino anhelo de personas adultas que añoran la edad robada por la tediosa moral victoriana, y por las rutinas del mundo laboral que impuso la revolución industrial. Los Niños Perdidos de Barrie no tenían noción del tiempo y cuando querían hacer algo especial decidían que era sábado por la tarde; pero Wendy abandonó el paraíso trasgresor y decidió volver al aburrido mundo de los adultos, infausto desenlace impuesto por la censura de Lord Chamberlain, deplorado por Barrie; y más aún por Wendy, quien atrapada en la sociedad patriarcal, muy posiblemente acabaría el resto de su vida cuidando la prole y el hogar de un tipo déspota y creído.

Los antropólogos describen las sociedades matriarcales, agricultoras y comunales; extendidas por Europa durante el paleolítico, hasta que las invasiones de los pueblos indoeuropeos, cazadores y ganaderos, implantan un tipo de relaciones patriarcales. Vladimir Propp (1895-1970) muestra en su obra "Las Raíces Históricas del Cuento", primera edición española: Fundamentos, 1974, cómo las narraciones de tradición oral dan fe de una sociedad matriarcal, y por eso las mujeres siempre desempañan papeles relevantes: brujas, hadas, princesas.

En la compilación de cuentos populares "Caperucitas, cenicientas y marisabidillas", la escritora británica Angela Carter recoge narraciones ancestrales que tienen todas ellas una cosa en común: giran en torno a una protagonista femenina. Los filósofos de la escuela de Fráncfort, como Herbert Marcuse y Walter Benjamin, sostienen que el cambio de las sociedades matriarcales por el patriarcado impone un modelo de explotación de las mujeres por parte de los hombres, y añaden que ése es el origen de todo tipo de explotación de unas personas por otras.

En 1977 la ONU señala el 8 de marzo como 'Día de los derechos de la mujer y de la paz internacional', que recoge efemérides anteriores, como el recuerdo al batallón de mujeres que participó en el asalto al palacio de Versalles durante la Revolución Francesa. Este año se ha convocado una huelga en ciento setenta y siete países, pese a que algunos políticos españoles muy miopes la descalifican como un llamamiento desde formaciones radicales.

De entre los objetivos de esta convocatoria internacional, destaca la lucha contra la violencia machista que en España se cobró cincuenta y seis muertes el año pasado. Informa un abogado, especialista en la defensa de mujeres maltratadas, que el problema es aún peor. Chicas que tras recibir una paliza de su marido disimulan un accidente para no alarmar a los hijos, lo cual conduce a una espiral de violencia oculta. Las más valientes acaban por huir, pero no denuncian, una dejación que pueden pagar muy cara, y que de últimas contribuye a la impunidad de los criminales. Pero Wendy cada vez lo tiene más claro, contra el machismo, tolerancia cero.

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