Eduardo Moyano

Recuerdos de un cine de verano

Se acerca el final del verano aunque oficialmente falte todavía algo más de un mes para que entremos en la próxima estación

Eduardo Moyano
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Se acerca el final del verano aunque oficialmente falte todavía algo más de un mes para que entremos en la próxima estación. Muchos han vuelto de sus vacaciones, pero todavía hay ocasión de ver un Madrid solitario, sin apenas coches y con huecos para aparcar en cualquier sitio.

Y no todos están en casa, hay algunos trabajando, pocos, la verdad; incluso algunos se han acercado a la sala oscura para ver cine a buena temperatura, o cuando cae la noche han acudido a esos cines de verano que han mejorado notablemente en calidad de sonido e imagen.

Las películas que se ven tienen buenas copias y muchas de ellas son de esta misma temporada, ya no ocurre como antaño en que las copias eran infames y el sonido era infernal, aderezado, además, por el crujir de las pipas que al terminar la sesión habían dejado el suelo como si hubiese miles de insectos que crepitaban a nuestro paso.

Recuerdo que en uno de aquellos cines de verano, creo que fue en Cullera, la única vez que pasé con mis padres y hermanos una quincena en esa localidad valenciana, vi ‘Cuando ruge la marabunta’ y de aquella experiencia infantil debió nacer esa sensación de relacionar las cáscaras de pipas con hormigas que inundaban cualquier rincón. A Catherine Deneuve, he leído, su padre le impidió ver esta película porque consideraba que no tenía edad. Catherine nunca pisó pipas.

Hay algunas películas que te hacen rememorar momentos de tu vida y a personas que los compartieron. ‘Cuando ruge la marabunta’, con Charlton Heston y Eleanor Parker, fue con el tiempo una de mis películas de aventuras favorita aunque siempre me queda en la memoria ese sonido de las cáscaras/hormigas que poblaban la arenosa sala en un verano de los sesenta.

En cambio, ‘Verano del 42’, la película de Robert Mulligan que vi con un íntimo amigo, recientemente fallecido, me trae el rostro de Jennifer O’ Neill, una actriz efímera que a los veinte años nos pareció a los dos la concreción de todos los sueños eróticos. Tanto que compitió, y en algún momento relegó, a Mrs Robinson.

Jennifer O’ Neill fue sueño de verano que se fue diluyendo con el tiempo como la propia carrera de la actriz que tras aquella película apenas participó en títulos relevantes. Y es que los veranos siempre son efímeros.

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