Ignacio Moreno Bustamante

Penas y penas

Por si a alguien le quedaba alguna duda esta semana ha quedado perfectamente claro que la Justicia en España funciona

Ignacio Moreno Bustamante
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Por si a alguien le quedaba alguna duda –o peor, vende lo contrario de forma interesada y torticera– esta semana ha quedado perfectamente claro que la Justicia en España funciona. Lenta, pero firme. Por más que algunos se empeñen en decir sandeces, en este país quien la hace la paga. Los corruptos reciben su castigo. Y Iñaqui Urdangarín, por ejemplo, acabará entrando en la cárcel, porque difícilmente el Supremo va a rebajar esos seis años a los que ha sido condenado. Existen fundamentos jurídicos para que, de momento y hasta que se resuelva la apelación, siga paseando en bici por Ginebra. Básicamente porque no hay riesgo de fuga. Pero acabará en el trullo. Como manda la ley. No valen demagogias con aquello tan recurrente del pobre que roba para comer y no se libra porque no tiene un buen abogado.

Cada caso es un mundo y es un error comparar. Quizá seis años sea poco tiempo, de acuerdo. Pero ese es otro cantar. En realidad, ese es el meollo del asunto.

Otro ejemplo claro es el caso de las tarjetas ‘black’. Probablemente, a usted y a mí nos parecen insuficientes los dos años a los que ha sido condenado Rodrigo Rato. Pero es lo que a día de hoy marcan las leyes para ese delito. En otros países que tanto gustan a según qué políticos, no existe esta independencia del poder judicial. Ni de lejos. Pero ahí siguen los tíos, dando lecciones y soltando su demagogia barata.

Ese es el problema. La utilización política de la izquierda radical de un asunto que es muy serio. Tan serio como que es una de las bases fundamentales de nuestra convivencia democrática. Por supuesto que la Justicia en España es mejorable. Pero si no alcanza el sobresaliente, se queda en un notable alto. Lo que haya que mejorar, habrá que hacerlo de forma reposada, consensuada, por parte de los expertos en la materia. No a base de bocinazos y de gritos de unos cuantos exaltados. A los cuales, por cierto, no se oye protestar por lo que de verdad resulta indignante. Por la reducción de dos años a nueve meses de prisión para un auténtico hijo de la gran China. Qué puñetas. Para un hijo de la gran puta al que todos vimos arrastrar por el pelo a su novia en un portal, escaleras arriba, hasta meterla en un ascensor.

Ahí, y en acelerar los procesos, es donde debemos poner el foco si de verdad queremos alcanzar la excelencia en materia de Justicia. Por mucho que uno robe –una gallina o cien millones– siempre será menos que el cobarde que agrede o mata a una mujer. Esta semana los casos se han multiplicado. Y semejante atrocidad no puede ‘ventilarse’ con nueve meses de cárcel.

Centrémonos. El debate no es si la Justicia funciona o no. Es evidente que sí. El debate es si las penas son proporcionales al delito o quizá haya que endurecerlas en según qué casos.

Ver los comentarios