Nandi Migueles - OPINIÓN

Un paréntesis

Necesito un paréntesis de todo aquello que suene, huela o sepa a carnaval

Nandi Migueles
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Necesito un paréntesis de todo aquello que suene, huela o sepa a carnaval. Antes de volver a meterme de pleno en él y olvidarme que existe otra vida de nuevo, necesito caminar por la orilla y contemplar sonrisas de padres intentando que sus hijos pequeños sientan por primera vez cómo el agua acaricia sus pies. Necesito sacar de mi mente todas las palabras mal sonantes y de inquina que han vertido sobre mí y mis compañeros por intentar ser fieles y honestos como miembros de un jurado. Necesito ver a una pareja besándose enmarcadas en un sol que se esconde. Necesito un parón para agitar mi mente y sacudir hacia un rincón todas las ideas negativas que me producen tantos talibanes y enfermos de carnaval.

Necesito entender y digerir a esos que sugieren un sorteo para la elección del jurado. Necesito sentir la brisa fresca en mi cuerpo sin prisas en una tarde de marea vacía. Necesito conversar con montañas, con ríos y paisajes que me narren al oído historias y cuentos maravillosos que ocurrieron por esos lugares. Necesito sumergir en la mar los sonidos de la bandurria y el golpeo de los compases de una guitarra por tanguillos. Necesito salir para escuchar canciones de libertad, de amor, sin rabia y sin aversión. Necesito caminar de la mano con alguien que me ilustre de estrellas, del firmamento, que me muestre Elfos y bosques encantados, que no le importa cruzar puentes de noche y bailar sobre ellos, que me coloque en un lugar preferente en las estanterías de su vida. Necesito descansar de quienes piden plazas a su nombre, de quienes se sienten ilustres compositores, de figuras endiosadas, de políticos sin norte y de fechas sin sentido. Necesito saltar en paracaídas sin temor a que no se abra. Hacer puenting con personas que no teman lanzarse al vacío junto a mí. Bucear en almas sin miedo dispuestas a gritar y partir muros. Necesito oír campanas y ovejas balando más que comparsas y coros gritando. Necesito descansar y conversar en voz baja de sentimientos, de arte, de música, de cine, de versos, de teatro, de naturaleza, a ser posible sentados sobre la arena a modo de un sofá tú y yo o sillón de enamorados diseñado para no perder el contacto visual entre parejas. Necesito por un tiempo quitarme el antifaz de oro, las insignias concedidas, los premios y todo aquello que alimente mi ego carnavalesco. Quiero salir volando con mis alas de cera como Ícaro del laberinto de Creta y evitar que me capture el minotauro del carnaval al menos por un período sensato. Necesito ir a un spa natural donde los chorros de agua salgan de una ladera y donde los masajes relajantes te los haga una preciosa Elfa. Necesito dormir sin pensar en cuplés originales o cuartetas imposibles. Necesito viajar aunque sea simplemente a donde la mente me permita, para ver ciudades nuevas, conocer culturas distintas, oír a gente con otro acento.

Este año el concurso empieza mucho antes de lo normal por mor del destino. Hay que estar descansado y preparado para involucrarse de nuevo en él y así poder ocuparse a fondo de todo lo se necesita para emprender un nuevo reto; componer, imaginar, escribir, ensayar y aquello preciso e imprescindible para crear mundos que solo existen en las mentes de los autores y en el escenario del Gran Teatro Falla.

Necesito escribir un nombre en la arena de la playa.

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