Ramón Dávila - Opinión

El mundo al revés

Al funcionario que casi dió su vida por la seguridad de los ciudadanos se le condena a vivir con una pensión de poco más de la mitad de su salario

Ramón Dávila
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Ustedes recordarán la información de la brutal agresión sufrida por un joven policía local de la localidad gaditana de Puerto Serrano ocurrida en enero de 2015, cuando uno de los miembros del conocido clan de ‘Los Cachimbas’ fue detenido, después de provocar una situación de grave riesgo mientras conducía a gran velocidad y haciendo trompos por las calles del pueblo.

Seguidamente, los hermanos del detenido y un hijo de uno de ellos, menor de edad, irrumpieron violentamente en las dependencias de la Policía Local, en la que las más elementales medidas de seguridad brillaban por su ausencia.

El resultado es también conocido por todos: una agresión salvaje a un policía local que como consecuencia de ello ha visto truncada su vida con la pérdida de un ojo y el tremendo trauma que significa haber estado a punto de perder la vida al ser agredido con un cristal punzante en el cielo de la boca y en un ojo.

Pueden imaginar el dolor tan desgarrador. Resulta realmente un milagro que salvara la vida puesto que sufrió otras heridas y cortes muy cerca de venas y vasos esenciales para la vida.

Después de una ejemplar instrucción por parte del Juzgado de Instrucción número 2 de Arcos de la Frontera, las actuaciones están ya en la sede de la Audiencia Provincial de Cádiz que acaba de señalar los días 20 a 23 de febrero de 2017 como fechas para la celebración del correspondiente juicio y establecerá la sentencia que corresponda en Derecho.

Además de las graves lesiones físicas que la agresión ha producido al joven policía local, de poco más de 30 años, las consecuencias psicológicas producidas por todo lo ocurrido han sido muy graves. Por una parte, la vivencia de haber sobrevivido de forma milagrosa a la vista de cómo se produjo la agresión y la debilidad psicológica de la pérdida de un ojo. Y por otra parte, el temor de que más temprano que tarde le dé por terminar la cruel tarea a alguno de los agresores o de sus familiares.

Pues bien, a pesar de la gravedad de las consecuencias físicas y las secuelas psicológicas, incluyendo un importante estrés traumático, la Delegación Provincial de Cádiz del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) se ha limitado a otorgar a este policía local la incapacidad permanente total para su profesión habitual y ha denegado su reclamación contra esa resolución.

Sin embargo, esa misma delegación del INSS ha dictado una resolución por la que concede a José Venegas, el agresor del policía local, la incapacidad permanente absoluta para toda profesión con derecho a pensión del cien por cien de su base reguladora, considerándole incluso en situación de alta, o asimilada al alta, al estar en prisión provisional.

Es decir, al funcionario que casi dio su vida por la seguridad de sus conciudadanos se le condena a malvivir con una pensión de poco más del 50 por ciento de su salario, mientras que a su agresor se le condecora con una pensión del cien por cien. No hay más remedio que dar la razón al joven policía, cuando amargado nos manifiesta que esto es «el mundo al revés».

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