EL APUNTE

La mujer más que nunca

El mejor tributo en el 8 de marzo, a escala local, puede ser reactivar y dejar trabajar a la Fundación

La Voz de Cádiz

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Hoy amanece un día particular, ese que concentra todas las injusticias y la exigencias de muchas décadas, de siglos. De repente, a finales del pasado año, una confluencia de acontecimientos y estados de ánimo, en distintos lugares del mundo, ha encendido a una generación de mujeres jóvenes que han contagiado a muchas otras, de edades y circunstancias distintas. Todas juntas comparten el grito de ¡basta ya!, el que dice que el tiempo del machismo se acabó. Que debe empezar a acabarse, al menos, porque está tan arraigado que costará mucho tiempo librarse de hábitos y vicios tan viejos, tan profundos. Curiosamente, en Cádiz, esa efervescencia de las reivindicaciones feministas y de la lucha contra el machismo en todos los ámbitos sociales ha coincidido con la mayor crisis reciente de la Fundación Municipal de la Mujer. Esta institución ha atravesado una larga etapa de inactividad y ostracismo, una parálisis inexplicable. Sólo la incapacidad gestora y los prejuicios ideológicos de la que fuera su responsable, Ana Camelo, explican su desaparición en la práctica desde verano de 2015. Cuando medio planeta se alzaba contra el acoso sexual en el trabajo, contra la brecha salarial y la violencia doméstica, en Cádiz, este organismo específico tenía resonancia por unos cursos para mujeres desfavorecidas que incluían una información sexual ajena a la búsqueda de empleo; la eliminación del busto de una feminista histórica o la ausencia de gerente desde la dimisión de la anterior.

Ahora que esta última carencia ha sido resuelta, y más en una fecha tan señalada como el 8 de marzo más convulso y respaldado que se recuerda, se trata de recuperar su necesario papel de utilidad pública, de apoyo a las mujeres, siempre marginadas en todos los colectivos y entre los marginados incluso. Siempre con necesidad de esforzarse mucho más para recibir mucho menos de la sociedad. Con todo ese trabajo por delante, ha llegado el momento de dejar actual a José Carlos Vera, de olvidar bloqueos políticos, pequeños escándalos y sobreactuación.

La única esperanza, a escala local, radica en que resulta imposible hacerlo peor, en que el cambio representado por este hombre (su género es uno de los mayores motivos de crítica por ahora) vuelva a dar protagonismo a las actividades, a los técnicos cualificados, a los programas de ayuda a distintos colectivos femeninos. Es un gran día para reclamar lo más necesario.

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