Juan Casas Carbajo

La muerte y la resurrección

Cuando nacemos tenemos ante nosotros un abanico de posibilidades

Juan Casas Carbajo

Acaba de estrenarse una película titulada: Feliz día de tu muerte, no sé de que irá, pero no sólo por la película, sino porque estamos en el mes en el que recordamos de una manera especial a nuestros difuntos, me parece oportuno hablar de la muerte, en primer lugar porque es lo único que tenemos seguro cuando venimos a este mundo. Cuando nacemos tenemos ante nosotros un abanico de posibilidades: podemos tener o no buena salud, permanecer solteros o casarnos, ejercer una profesión u otra y muchas cosas más y que tenemos que morir algún día. Pero todas ellas pueden o no pueden ocurrir, son contingentes, solamente la última es necesaria. No sabemos, afortunadamente ni el día ni la hora en que ocurrirá, pero sí sabemos que más tarde o más temprano llegará. Por eso como decía Heidegger no la podemos considerar como una amenaza, sino como algo propio de la vida que limita los días de nuestra existencia en este planeta.

Pero no solamente sabemos que hemos de morir, sino que también que la muerte no depende de ninguna condición específica. El éxito en los estudios, por ejemplo, depende de muchos factores: el tiempo dedicado a él; la capacidad intelectual del sujeto; la memoria que tenga; su fluidez verbal, etc. Pero para la muerte la única condición que se necesita es estar vivo. Sabemos también que es inevitable, que nadie puede escapar de ella. Podemos sí retrasarla recurriendo a medicinas o a operaciones quirúrgicas, pero al final cuando nos llegue la hora ni las unas ni las otras pueden hacer nada por evitarla. Sabemos, además, que es intransferible, es decir que nadie puede morir por otro. Una persona puede alargar su vida recibiendo un órgano de otra ya fallecida, pero esta última no ha muerto en su lugar, simplemente la primera ha aprovechado un órgano que la fallecida ya no necesitaba. Se han dado casos de personas que se han ofrecido a morir en lugar de un condenado a muerte. Es el caso de san Maximiliano María Kolbe, que se ofreció a, morir en lugar de un padre de familia condenado a muerte en un campo de concentración nazi; pero estamos en el mismo caso. El condenado no se libró de la muerte, sino qué la retrasó. Al ser la única posibilidad segura que tiene el hombre, no se puede considerar como una amenaza y, por lo tanto, no hay que temerla, sino comprenderla como algo propio de nuestra existencia.

Epicuro decía que no debemos temer a la muerte, porque: «Cuando nosotros somos, no es ella; cuando es ella, ya no somos nosotros». Es decir, que no somos conscientes de que ha llegado. Sí sabemos que tenemos conciencia de ella, pero antes de que llegue. Cuando lo hace no somos conscientes de estar en ese estado. Un ejemplo aclarará esto: una persona puede contraer una enfermedad que puede durar unos días, unas semanas, unos meses e incluso algunos años, y tanto si es de corta duración como si dura más tiempo, la persona enferma es consciente en cada momento de su enfermedad. Sabe que está enferma y esto le obliga a cambiar su modo de vida habitual. Puede que le obligue a dejar su trabajo, a cambiar de régimen de vida y de alimentación e incluso a ingerir algunas medicinas o a ser hospitalizada. La persona enferma lo está mientras dure la enfermedad, es consciente de ello y la vive, es decir, está enferma que es un estado diferente al estar sana, que es como estaba antes de contraer el mal. Con la muerte no ocurre igual, no somos conscientes de que estamos muertos como lo éramos al estar enfermos. Y también antes de estarlo podíamos pensar en la posibilidad de contraer la enfermedad, pero solamente como cosa probable. Con la muerte tenemos la seguridad de que algún día llegará y moriremos, pero una cosa es morir y otra estar muerto, como una cosa es la enfermedad y otra muy diferente estar enfermo. Pero ¿existe la muerte o es solamente un nombre que hemos inventado los humanos? En primer lugar si buscamos en el D.R.A.E. el término muerte, nos encontramos con las siguientes definiciones: «Cesación o término de la vida», y en su segunda acepción, separación del cuerpo y el alma. Otros diccionarios la definen como: Fenómeno por el que una unidad de materia organizada (planta, animal, etc) es absorbida por el medio en que se encuentra, y también como cesación de la vida. Pues bien, si el cuerpo se transforma y se convierte en abono, ha sufrido una transformación, pero no ha muerto. Hay un principio elemental en la Física que dice que la energía no se crea ni se destruye, solamente se transforma. Y el ánima que es principio de vida, por definición no puede morir. Por lo que la muerte no existe ni física ni espiritualmente. Es simplemente un cambio de situación o un tránsito como la definió la doctora Kübler Ross en su libro La muerte un amanecer, en el que dijo que la muerte no existe sino que es el paso de una situación a otra y basaba esta afirmación en la experiencia que durante cuarenta años mantuvo con moribundos y en las Experiencias Cercanas a la Muerte (E.C.M.) que muchos de sus pacientes le contaron. Las personas que han tenido una E.C.M., cuentan que de pronto se vieron fuera de sus cuerpos y, según ella, y teniendo en cuenta lo que le contaron las que entrevistó, la muerte pasa por las siguientes fases:

1ª- Salida del cuerpo a semejanza de la mariposa cuando abandona el capullo de seda. La persona queda flotando y ve todo lo que ocurre abajo. Esta salida va acompañada de la supresión de todas las enfermedades y dolores. Las personas que eran ciegas recobran la vista y las paralíticas la movilidad o el miembro que les faltaba, aunque al regresar de nuevo al cuerpo volvían al estado que tenían antes de abandonarlo. Un día una compañera del Instituto, me contó esto cuando fue ingresada a la edad de seis años y estuvo al borde de la muerte. Es de Cádiz y tiene nombre y apellidos, no es un invento mío.

2ª- Descubrimiento de que otros familiares ya fallecidos salen a recibirlos. En otros casos son figuras religiosas las que vienen a su encuentro: Jesús, La Virgen María, su Ángel de la Guarda u otras de su devoción. También comprueban que pueden viajar a la velocidad del pensamiento en el espacio y en el tiempo. En agoto de 2012, falleció mi hermano; pues bien el día antes de su muerte nos contaba que había visto a mi padre (fallecido en 1973) y a mi madrina, también fallecida, que venían a la habitación del hospital en el que estaba ingresado..

3ª- En esta fase y guiados por su Ángel de la Guarda o las personas que han salido a recibirlas, dicen que atraviesan un túnel (la mayoría), un puente, un río o una montaña que son como la puerta que conduce de una a otra dimensión, tras el cual estaba la Luz que los acogía con un amor incondicional

4ª- Revisión de sus vidas, experimentando en sí mismos los sentimientos que sus actos, buenos o malos, habían producido en otras personas, haciéndoles comprender su relación con los demás y que todos sus actos repercuten, de alguna manera, en ellos. La Dra. Kübler Ross piensa que esta revisión de la vida sería el juicio final del que habla la Iglesia Católica. Pensando por mi cuenta, entiendo que puede ser y que en función de las experiencias de su vida irá a un planeta o a otro de los muchos billones que hay en el Universo. En la casa de mi Padre hay muchas moradas, dijo Jesucristo.Y sigo pensando por mi cuenta ¿Cuál puede ser la casa del Padre, sino el Universo?

Los pioneros en investigar este tema fueron la Dra.Kübler Ross y el Dr. Raymond Moody, pero cada vez hay más personas interesadas en investigar sobre él. Alguno de ellos recomiendan que a las personas que acaban de fallecer, se les informe de todo esto con el fin de que puedan entender mejor su nueva situación. A las señoras que cuidaban a mi madre en un pueblo de Extremadura les dije, que si fallecía cuando yo no estuviera allí, que le informaran de lo que acabo de señalar; y así lo hizo la persona que estaba con ella en el momento de su muerte.

Por todo esto, cuando vayamos al cementerio a visitar las tumbas de nuestros familiares tenemos que pensar que, desde donde estén, nos verán y les gustarán las flores que dejemos en sus tumbas y nuestro recuerdo hacia ellos.

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