La libertad de Marta

Me interesa esa Marta Sánchez que posó desnuda como parte de una campaña para la prevención del cáncer de mama, acto de solidaridad y generosidad de una mujer muy bella que hubiera podido cobrar un pastón por mostrar tan bonito cuerpo, pero lo hizo solo por una causa justa y noble.

Julio Malo

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También me interesa el desnudo de Marta para ‘Interviú’, esa revista que representó una avanzadilla de la libertad de expresión, y acaba de cerrar mediante un ejemplar que elige para su último desnudo de portada a Pepa Flores, niña prodigio del franquismo, luego musa de la intelectualidad comunista. No me interesa otra Marta Sánchez, la que acaba de cantar en medio de un desmesurado despliegue mediático una canción mediocre, llena de tópicos; de incoherencias gramaticales, sintácticas y métricas; con irreverentes invocaciones divinas, y patrioterismo ramplón. Exagerada manipulación del rojo y gualda para alentar desde Miami la euforia nacionalista desatada como reacción al movimiento por la independencia en Cataluña. En definitiva, otro ensayo más de letra para la Marcha Real de Granaderos que nunca se ha distinguido por su calidad musical; como el himno de Riego que también resulta una pachanga cuartelera; ambos revelan lógica musical de banda militar pues en ese marco se compusieron. España no ha tenido mucho tino con los himnos.

Al hilo del espectáculo de Marta que ha colapsado de comentarios las redes sociales, Antonio Burgos reivindica la letra de Pemán compuesta por encargo de Alfonso XIII, pero lo cierto es que resulta difícil agregar letra a un «marca pasos» militar, como prueban los abundantes fracasos, desde Ventura de la Vega en 1843, hasta Joaquín Sabina en 2012.

Como lo será éste de Marta Sánchez, una madurita de muy buen ver y excelente voz, aunque su ‘Olé-Olé’ ofrecía menos interés que otros grupos de la música pop española en los 80 y los 90, como: Radio Futura, Mecano, Los Secretos, Gabinete Caligari, Nacha Pop o Alaska y Dinarama. Pese a mi juicio crítico, defiendo el derecho de Marta a glosar los valores en los cuales cree, así como el de otros artistas a exponer en sus obras principios diferentes: Como el rapero Valtónyc, condenado a tres años de cárcel por críticas a la Corona; o Santiago Sierra, Premio Nacional de Artes Plásticas 2010, cuya obra, consistente en 24 retratos pixelados, entre los cuales se encontraban los de tres políticos catalanes en prisión preventiva, fue retirada el miércoles de la muestra madrileña de arte contemporáneo ARCO. Todo esto como consecuencia de la llamada ‘Ley Mordaza’, además de otras disposiciones que han venido limitando las libertades públicas; y pese a las reprimendas del tribunal europeo de derechos humanos, desde Estrasburgo.

Corren malos tiempos para el ejercicio de la libertad de expresión, fundamento de todo estado de derecho en una sociedad democrática. En la madrugada del jueves nos dejó el humorista gráfico Forges, quien supo ejercer la crítica desde los tiempos difíciles, y más recientemente apostó por causas sociales, como la precariedad laboral o la desigualdad de las mujeres. Milan Kundera sostenía que un pueblo incapaz de reírse de sus carencias nunca las supera.

Recuerdo que en 1977 el arquitecto y también dibujante de humor Peridis proyectó una casita para Forges en un pueblo de la sierra madrileña, en un plano aparecían dos blasillos, uno decía: «Jo, que corte». El otro: «Ellos le llaman sección». Se lo debemos a Forges: luchemos porque la tolerancia y el sentido del humor regresen a España.

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