El Apunte

Insultos y poco más

El Salón de Plenos vuelve a registrar gritos que cuestionan la utilidad de las sesiones

Ya no se trata de su posible duración habitual, incompatible con el seguimiento ciudadano, ni de las notables dificultades para la participación de los vecinos, que tratan de ser corregidas cada poco tiempo con unos cambios de reglamento que nunca se hacen realidad. También es posible que se esté abusando de las convocatorias extraordinarias, como la de ayer, derivadas de urgentes trámites legales. El mayor defecto de los plenos municipales del Ayuntamiento de Cádiz, hace tiempo, está en su contenido, en su filosofía.

Su mayor tara es su tono áspero, sobre todo, pero también su discutible utilidad y su intrascendencia. La mayoría de los puntos a debatir (ya desde los últimos cuatro años de Teófila Martínez en la Alcaldía) están llenos de llamamientos a la paz universal, exigencias pueriles a instituciones de mayor rango, declaraciones vacías o proclamas de lo más estrambóticas.

Ayer, el retraso de un cambio legal sirvió para que el alcalde, su grupo y la oposición intercambiaran calificativos tan hermosos como «fascista» o «matones». Sirva este ejemplo desafortunado y exagerado para resaltar que un modesto ayuntamiento de provincias no parece encontrar la fórmula para tratar sus propios conflictos ni tiene capacidad para corregir, por decir, el producto interior bruto de la UE, vetar la independencia de territorios, respaldar a fuerzas de seguridad de carácter estatal o velar por los grandes movimientos migratorios.

La mitad del tiempo, como poco, se les escapa faltándose o tratando del sexo de los ángeles reprochándose presuntas negligencias muy lejanas, en el tiempo o en la geografía. La otra mitad, discutiendo si esos ángeles existen o si los concejales laicos deben ir a recibirlos cuando decidan tomar tierra en Cádiz.

Las tensiones políticas nacionales o regionales se convierten (sean citadas o no) en protagonistas, en tema monográfico, hasta el punto de que parece que los ediles de la capital gaditana usan estas sesiones para jugar a la política, para quedar bien con sus jefes de filas, compañeros e ideólogos, para aparentar ser muy militantes, muy comprometidos y muy combatientes en batallas a las que nadie le ha invitado, en las que no pueden participar. Mientras, las locales, las pequeñas, las necesarias se quedan sin hacer, sin tratar, sin ningún tipo de acción real, ejecutiva.

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