Julio Malo de Molina - OPINIÓN

¿Qué fue del General Silvestre?

El noruego Roald Amunsen ya había llegado el 14 de diciembre de 1911

Julio Malo de Molina
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El 17 de enero de 1912 la expedición comandada por el capitán Robert Scott, a quien acompañaban el médico Edward Wilson, el capitán Oates, el teniente Bowers y el contramaestre Evans, conoce su fracaso en el intento de alcanzar el Polo Sur en el nombre del Reino Unido. El noruego Roald Amunsen ya había llegado el 14 de diciembre de 1911. Derrotados y desmoralizados todos mueren a finales de marzo durante su regreso, a causa del agotamiento, el hambre y el frío, en el silencio azulado de la Barrera de hielo de Ross. El trío español de música pop Mecano le dedica en 1988 una bella pieza musical, ‘Héroes de la Atlántida’, que termina con el triple lamento de Ana Torroja: «¿Quién se acuerda del Capitán Scott?» Es la épica romántica de la derrota en medio de un mundo que con frecuencia deja morir solos a sus héroes.

Como Manuel Fernández Silvestre, natural de la Cuba española (El Caney, 1871), cuya familia castrense le conduce a la carrera militar, obteniendo despacho de teniente en la Academia de Caballería de Valladolid con 21 años. Participa en la guerra contra los Estados Unidos, en la cual conoce sus primeras derrotas, y también heridas con secuelas graves, pese a lo cual interviene también en las desafortunadas campañas coloniales del Rif. Hombre culto, humanista y valeroso, durante su destino en Melilla consigue título de traductor de árabe con notas sobresalientes que le concede su profesor Abd el-Krim.

La ocupación de Cuba, Puerto Rico y Filipinas por los americanos certificaba el final del imperio colonial español como consecuencia de un proceso de decadencia que había arrastrado a España al Tercer Mundo. La victoria del bando fernandino en la mal llamada ‘Guerra de Independencia’ supone la destrucción de la Monarquía Ilustrada organizada por Carlos III, en especial un ejército cuyos mandos habían tomado partido por los ‘afrancesados’. Tras el desastre de Cuba se llega a la Conferencia de Algeciras (1906) y al Tratado de Fez (1912) que conceden a España un pequeño protectorado en el norte de Marruecos, en la zona más pobre y levantisca del país. Silvestre se hace cargo de la Comandancia General de Melilla con las tribus rifeñas hostigando a un ejército formado por jóvenes reclutas desmotivados, sin preparación y muy mal equipados. El 17 de julio de 1921, Abd el Krim que fue profesor del general Silvestre, dirige un ataque sorpresa de las tribus cabileñas contra las posiciones españolas en torno a Annual. Diez mil soldados españoles murieron hasta la rendición del 9 de agosto, a la cual siguió una masacre de los tres mil cautivos, previamente sometidos a atroces torturas. El cadáver de Manuel Silvestre no se encontró nunca.

Todo cuanto acontece en el Protectorado de Marruecos tiene mucho que ver con el final del reinado de Alfonso XIII, la República y la Guerra Civil, lo cual se entiende mejor leyendo a Arturo Barea, en especial el segundo tomo de su trilogía ‘La Forja de un Rebelde’ titulado ‘La Ruta’, en el cual cuenta su experiencia militar en el Rif, donde llega a conocer al entonces comandante Francisco Franco y al fundador de la Legión Española, Millán Astray. Las historias de Arturo Barea revelan la crueldad que caracterizó esa aventura colonial, raíz de algunas actitudes y episodios que luego se viven en la Península durante la contienda civil iniciada precisamente en las guarniciones del norte de Marruecos, y en la cual participan también tropas rifeñas.

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