Felicidad Rodríguez - OPINIÓN

Formar médicos

Es justo reconocer que los alumnos de Medicina están entre los mejores de la universidad

Felicidad Rodríguez
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En Medicina hay que diagnosticar, averiguar causas y tratar. La misma pauta es aplicable para los resultados de nuestros estudiantes en el MIR. El diagnóstico está hecho. Aún cuando el 82,6% superó el corte solo el 15% entró en el grupo fuerte o, lo que es lo mismo, tenemos un problema.

Sobre las causas, coincido con lo dicho en prensa por mis compañeros: problemas de exigencia o incumplimiento de las materias llaves del plan de estudios, aunque, en ambos casos, es justo reconocer que los alumnos de Medicina están entre los mejores de la universidad. Otra posible, como se señala en el reportaje, sería el no centrar la docencia en preguntas MIR aunque, obviamente, aprender medicina es algo más que aprender a contestar tests.

Y, por supuesto, mejorar la organización docente para lo que sería importante tener la misma estructura en todas las facultades como ocurría antes de Bolonia. Aún coincidiendo con todo ello, me permito señalar causas que creo relevantes.

Los problemas anteriores son comunes a muchas facultades por lo que me centraré en lo que en Medicina se llama diagnóstico diferencial. Es decir, frente a lo común, ¿qué es lo que nos diferencia? Un número de alumnos, impuesto desde arriba, muy superior a la capacidad cuando se implantó el Grado; quizá porque la ratio profesor-alumno no es un indicador en el sistema de calidad. Y, sobre todo, la pérdida desde entonces de un número importantísimo de profesores.

Los recursos humanos, el disponer de los mejores alumnos y profesores es clave. Sobre lo primero no hay duda (las notas de acceso, las tasas de éxito, resultados, etc. etc. son las más altas de la universidad). Sobre lo segundo, y al margen de la bondad, o maldad, de los sistemas de evaluación del profesorado, es difícil clasificar en bueno, malo o regular, lo que no hay. Hace 8 años, al inicio del Grado, 18 Catedráticos y 57 Titulares; ahora, 10 y 39 respectivamente. En las clínicas hemos pasado de 36 a 19, cuando en Medicina, como en el toreo, no vale lo del salón. Conforme se iban jubilando o, desgraciadamente, falleciendo, esas plazas pasaban a engrosar el pool de la universidad, que no de Medicina.

La convocatoria de plazas a nivel nacional por necesidades docentes no cabe porque la Universidad ha establecido un sistema de lista por antigüedad para el personal UCA; ha llegado a haber alguna asignatura clínica sin ningún titular por eso de la lista anterior y ha sido el sistema sanitario, ser agradecidos es de buen nacido, el que ha puesto plazas propias para convocar. Si a ello se suma que los tutores de prácticas son voluntarios o que a los asociados clínicos se les hace un contrato por un tiempo muy inferior al trabajo realizado, el cuadro clínico queda dibujado. Tratamiento.

A lo señalado por mis colegas, seguir trabajando con Salud, que es la única que se ha mostrado dispuesta a poner plazas universitarias sobre la mesa, y acudir a la Historia que siempre nos enseña algo. Cuando Virgili crea el Real Colegio, origen de la Facultad, ya se impartía medicina por la universidad de la época. Y lo crea porque constata que las necesidades de la enseñanza médica y sus objetivos poco tenían que ver con los de aquella. Así nació el centro de formación médica más importante del país.

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