Antonio Papell - OPINIÓN

La expulsión de los radicales

No debería consentir que internet fuera la plataforma de difusión de las ideas radicales y homicidas que alimentan a los fundamentalistas

En 1945, año en que las democracias triunfaron sobre las potencias del Eje, el filósofo Karl Popper, autor de la monumental obra ‘La sociedad abierta y sus enemigos’, enunció a modo de advertencia su ‘paradoja de la intolerancia’ : si una sociedad practica la tolerancia sin límite, terminará dando tanto poder a los intolerantes que estos terminarán destruyendo aquel criterio magnánimo y liberador. En consecuencia, para que una sociedad tolerante pueda sobrevivir, debe ser intolerante a los intolerantes .

Esta lucubración ha si traída al debate a causa de la polémica suscitada por le indeseable presidente de los Estados Unidos, que, ante una confrontación entre los supremacistas blancos -racistas y neofascistas de todo pelaje- y las fuerzas antifascistas, adoptó una actitud ambigua y simétrica, que incluyó críticas a ambas partes, sin distinguir entre quienes violentan los derechos humanos y quienes salen en su defensa. Esta indiferenciación dolosa y repulsiva ha irritado a toda la clase intelectual norteamericana, a buena parte del Partido Republicano y por supuesto al Partido Demócrata, y a muchos empresarios importantes que participaban en los consejos asesores de la Casa Blanca.

La deserción más sonada ha sido la de Jeff Bezos , presidente de Amazon y propietario del ‘The Washington Post’. La reacción de Trump a la airada crítica del venerable periódico por la tolerancia del presidente USA con los racistas que participan en una campaña para preservar los símbolos confederados de la guerra civil americana ha sido, como cabía esperar, una bajeza moral: En uno de sus frecuentes tuits, Trump ha afirmado que Amazon «está haciendo mucho daño a las compañías de distribución que pagan impuestos». Pero va más allá, y afirma que «pueblos, ciudades y estados por todo EE UU están siendo perjudicados». «¡Se están perdiendo muchos empleos!», lamenta cínicamente el mandatario.

Sea como sea, la potente sociedad americana ha comenzado una campaña muy activa contra el neofascismo que Trump mima y alienta con mayor o menor disimulo, y que se ha envalentonado desde la llegada al poder de este peligroso personaje. El caso más significativo ha estado protagonizado por el periódico digital neofascista ‘The Daily Stormer’ , que ha sido literalmente expulsado de Internet . Lo explicaba Dans en un reciente blog: «Si hace dos días contábamos cómo el panfleto neonazi ‘The Daily Stormer’ era expulsado de su dominio por GoDaddy y, posteriormente, por Google, y se veía obligada a refugiarse en un dominio ruso, dos días más tarde podemos comprobar cómo el dominio ruso ha sido igualmente cancelado, y cómo Cloudflare, un proveedor de servicios de DNS, de protección y de distribución de contenidos fundamental en la red, retiraba asimismo sus servicios a la página neonazi».

La expulsión de tal ideología de la Red es total y sus simpatizantes verán cómo «cómo los grupos que interpretan música con esa tendencia desaparecen de Spotify, los enlaces a ese tipo de contenidos no tienen cabida en Facebook, no puedes hablar del tema en foros de Reddit ni en algunas plataformas de mensajería instantánea, no puedes escribir en WordPress, las campañas de recaudación de fondos para esa temática no son permitidas en ninguna plataforma de crowdfunding ni tienen acceso a medios de pago como Apple Pay o PayPal, e incluso se impide tu acceso a herramientas para buscar pareja como OKCupid». El único problema, que ya han denunciado algunas empresas valientes, es que tal exclusión debería ser dictada por los jueces y no dejada al arbitrio de las compañías.

El ejemplo es magnífico: hay que ser intolerante con los intolerantes. Y el caso es perfectamente aplicable a nuestros países con el radicalismo más en boga: el islamismo . La comunidad internacional en general y Occidente en particular no debería consentir que internet fuera la plataforma de difusión de las ideas radicales y homicidas que alimentan a los fundamentalistas y que se plasman en acciones terroristas. Hay medios tecnológicos para lograrlo y no se entiende cómo no se ha tomado ya la decisión.

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