Enrique Montiel de Arnáiz - OPINIÓN

Cuatro novias

A lo lejos, Carmen esperaba cual princesa griega, negándole besos a los amigos para que no estropearan su maquillaje

Enrique Montiel de Arnáiz
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Mel iba radiante en su traje de princesa. Notaba ser el centro de atención y eso la disgustaba. A lo lejos, Carmen esperaba cual princesa griega, negándole besos a los amigos para que no estropearan su maquillaje. Sol y frío en la plaza de San Juan de Dios; habían pedido que las casara Teófila. Un grupo de guiris admiraba una boda no tan tipical gaditanish como podría esperarse. Había retraso, un enlace se había suspendido porque la novia no llegó a comparecer. «Aún estáis a tiempo» le reían a las novias, felices a reventar.

Fue un enlace curioso –Juanjo Téllez fue testigo– puesto que la boda posterior a la de la novia a la fuga era de una novia de mi juventud, lo que resultó azaroso.

La anterior alcaldesa de Cádiz comenzó la ceremonia sin darse cuenta de que las novias se hacían demorar al unísono, mutuamente. ¡A punto estuvo de casar a la madre de la novia con la suegra de la novia! Fue una anécdota divertida de un enlace maravilloso y entrañable. Por un instante, José María González se asomó a la sala donde estábamos y mandó un saludo amigable a alguien, indicándole que se iba a otro sitio. Era viernes de pleno municipal –el día más temido por los cámaras de Onda Cádiz– y no defraudó por su largura.

Al volver a casa de mis padres para recoger a los niños después del magnífico convite en El Timón de Roche, el pleno se celebraba sin alcalde –al parecer se había marchado para acudir a un evento a las 19.30 horas del día siguiente en La Coruña– y Martín Vila aparecía con esa cara graciosa que a veces ponemos cuando sofocamos los bostezos en el interior de la boca. Fran González hablaba de que el secretario había dicho que no a algo de Zona Franca y que si 7 millones de euros para la ciudad. Romaní le pedía a David Navarro disculpas a cambio de su apoyo y yo pensaba en las cuatro novias, la que lo fuera, la que se fugó y mis amigas las que se enlazaron para la eternidad, ajenas a un mundo que de tanto ir a la quiebra nos parece que siempre fue así.

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