Cousin Lem Ghost

Recuerdo una visita del primo Lem hace ya muchos años; sentados ambos frente al Ayuntamiento, en la terraza del Sardinero de época

Julio Malo

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Recuerdo una visita del primo Lem hace ya muchos años; sentados ambos frente al Ayuntamiento, en la terraza del Sardinero de época, con su añejo encanto envuelto en azulejos biselados de tono blanco roto. Al explicar la fachada levantada por Torcuato Benjumeda en 1799, mediante ordenada crujía adelantada con relación al paño barroco originario, destaqué la influencia del neoclásico británico a la manera de Robert Adam (1728-1792), y Lem creyó reconocer la supuesta firma de un arquitecto británico en su frontispicio, un supuesto M. Leal, ya que es apellido muy común allí, pronto me fijé en la leyenda: ‘Casas Consistoriales de la Mui Noble, M. Leal, y M. Heroica Ciudad de Cadiz. Año de 1816’, en letras metálicas y sin acentos, clavadas sobre el arquitrabe del pórtico central; como buen inglés Lem es incapaz de comprender el castellano y solo distinguía esa palabra. Aclarada la cuestión ambos glosamos la elegancia del edifico que preside la antigua Corredera, charnela entre la villa medieval, el arrabal de Santa María y la ciudad del XVIII en torno al eje de la Calle Nueva, de la cual nos hablaba Yolanda Vallejo durante la presentación de su estupendo libro en Casa Pemán. Coincido con ella en la desmesurada mitificación del Cádiz dieciochesco, cuando precisamente la ciudad, que vivía en torno a la próspera actividad de la Compañía Gaditana de Negros, resultaba algo inhóspita, encerrada por sólidas murallas infranqueables, y fragmentada por las altas tapias de los conventos, con las obras abandonadas de la Catedral que convertían en una especie de muladar su espacio interior en alberca.

Tipo singular Leonard (Lem) Ghost, que traducido resulta ‘Leo el Fantasma’, decidimos llamarnos primos pues parece que compartimos un lejano tatarabuelo irlandés, y de últimas nos queda el ‘abuelo de York’, cráneo humano de seis mil años de antigüedad, encontrado en ese condado de Inglaterra, cuyo genoma delata que es antepasado de todos los habitantes de las islas británicas y de buena parte de quienes procedemos del continente o islas adyacentes. Nunca cuenta su pasado pero creo que ha conseguido alcanzar los setenta años sin trabajar jamás. Tal vez tomó al pie de la letra esa sentencia de Cicerón: «Debe mirarse como algo bajo y vil el oficio de todos aquéllos que venden su pena y su industria, pues todo el que ofrece su trabajo por dinero se degrada a sí mismo y se coloca en el rango de los esclavos». Vivió un tiempo en el barco que era de su primera esposa y ahora habita una vivienda pública que consiste en un amble y confortable cottage situado en la bella ciudad de Saint Albans, a 30 kilómetros del centro de Londres. En el Reino Unido el derecho a una vivienda digna y adecuada sí se cumple de forma estricta.

Me agrada visitar a Lem en su ciudad que conserva parte de la muralla romana, una abadía medieval y molinos de seda del XVIII. El paisaje de Gran Bretaña está roturado por la ingeniería romana: murallas, cercas, caminos, acequias, en mayor medida que el español, romanizado con anterioridad. Además, los británicos han desarrollado una cultura de conservación del patrimonio que aquí no arranca hasta las iniciativas republicanas de 1931. En Saint Albans además se conserva el pub The White Swan que se considera el más antiguo de Inglaterra, donde en ocasiones un grupo de aficionados, en el cual participa Lem con su gorra del Che, toca salsa cubana, cantada en lengua inglesa.

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