Julio Malo de Molina - OPINIÓN

La ciudad y el mar

La gran oportunidad de Cádiz consiste en integrar y ordenar sus espacios portuarios, de ello depende su futuro durante las dos próximas generaciones

Julio Malo de Molina
CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Reflexionar acerca de la relación de Cádiz con el mar al que pertenece, como bocana de ese ancestral puerto que representa la Bahía, es ahora muy importante, por la necesidad de adaptar los usos portuarios como consecuencia de un desafortunado relleno previsto para 450.000 contenedores anuales, cuando este año sólo se han movido 66.000 y la tendencia es a la baja por la competencia de Algeciras, Tánger y Sines. Con esa nueva terminal sobran 250.000 metros cuadrados de usos portuarios, lo cual permite la instalación de otros en las zonas yuxtapuestas al borde urbano, como Punta San Felipe y Muelle Ciudad. Una de las personas más solventes con quien hablé de la cuestión recordó las Jornadas sobre la Ciudad y el Mar en cuya organización participé hace unos treinta años.

Con la colaboración de mi compañera Catalina de la Cuesta y de ese gran cronopio llamado José Antonio Hernández Guerrero, también conocido como Cura Pepe y Vicerrector por entonces de la Universidad gaditana, conseguimos armar tres encuentros entre los años 1986 a 1988. El primero se celebró del 16 al 18 de enero de 1968 y se dedicó a Saint Malo, Venecia y Cádiz. En ésa y las otras jornadas se estudiaron los casos de varias ciudades portuarias con la participación de gran cantidad de expertos, desde el arquitecto Manel de Solá Morales, autor del Moll de la Fusta al poeta Genero Talens. Años después recordaba todo aquello con Damián Quero que fue Director General de Urbanismo; por entonces se mostraban los problemas de otras ciudades que ya han desarrollado modelos de integración de sus antiguos puertos, como los Docklands de Londres, Puerto Madero en Buenos Aires o el ya citado Moll de la Fusta en Barcelona; además de Rotterdam, Copenhague, Alicante, Coruña y otras muchas. Sin embargo en Cádiz no se ha avanzado más allá del retranqueo de diez metros en una verja que por otra parte ha encerrado más los muelles.

La gran oportunidad de Cádiz consiste en integrar y ordenar sus espacios portuarios, de ello depende su futuro durante las dos próximas generaciones. Hay que evitar los obstáculos entre la ciudad y el mar, como ese edificio mal ubicado para recepción de cruceristas. El acceso natural debe situarse en la Plaza de la Estación de Ferrocarril, la cual una vez demolida la Aduana puede ser un bello umbral de la ciudad al mundo, desde el cual se recorre el eje de la misma que se desarrolla hasta la Catedral y el océano, casi coincidiendo con la antigua canal que separaba las islas gaditanas.

La Autoridad Portuaria no tiene actualmente problemas de caja por lo que no se plantea enajenar suelo público en los terrenos rescatados evitando la especulación. Entre los nuevos usos pueden prevalecer los de esparcimiento y zonas verdes, y nunca otros que ya se encuentran instalados en el resto de la ciudad, para eludir la competencia desleal con el comercio local. Se pueden citar como usos adecuados los siguientes: empresas de base tecnológica, centros universitarios ligados a la mar, reparación de pequeñas y medianas embarcaciones; y carpintería de ribera. En la nueva terminal pueden instalarse otros como: contenedores refrigerados, desguace ecológico de buques, iniciativas empresariales; apostando desde luego por mantener siempre usos portuarios en la ciudad. Tal vez sea el momento de proponer la recuperación del debate, con otras ciudades, con los profesionales y con la gente: las cuartas Jornadas sobre la Ciudad y el Mar veintiocho años después.

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