Cádiz en Ilhabella

Se trata de una pequeña isla próxima al Trópico de Capricornio que pertenece al Estado brasileño de Sao Paulo

Julio Malo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Se trata de una pequeña isla próxima al Trópico de Capricornio que pertenece al Estado brasileño de Sao Paulo; también se la conoce como Isla de San Sebastián y es el único municipio insular de la Republica Federal de Brasil. Con una superficie de 340 kilómetros cuadrados, topografía abrupta, clima tropical cálido y húmedo, abundante vegetación; alegres cascadas que serpentean desde altos riscos hasta dilatadas playas oceánicas de fina arena. Un escenario semejante al descrito por Stevenson en la narración más fascinante que jamás he leído; casi todos los años repaso con delectación las peripecias de Long John Silver y Jim Hawkins en ‘La Isla del Tesoro’, cuya atracción no solo procede de la ambigüedad ética de los personajes, sino también del marco incomparable que representa la isla remota, donde palpita la aventura más perfecta que siempre se desenvuelve en torno a la mar. En ‘La infancia recuperada’, Fernando Savater destaca que, si bien al final de la novela la razón impone su orden, la leyenda prosigue allí donde la marejada acaricia los arenales, desde los cuales aún se escucha una voz espectral que grita: «¡Piezas de ocho!», llamando sin reposo a la aventura. El Estado ha declarado esta ‘isla del tesoro’ como Parque Natural, lo cual evitó un desarrollo turístico «a la española» que hubiese ahuyentado al fantasma del capitán Flint.

Celso Seara dispone del privilegio de mantener uno de los escasos negocios para atender a los aventureros que visitan la isla, un restaurante que despacha excelentes guisos de pescado, aprendidos en su Galicia natal, o en el Cádiz de su juventud, donde además de formarse en nuestra hermosa Escuela de Náutica frente a La Caleta, conoció los buenos oficios del Maestrito en la Viña, o del Merodio junto al Mercado. Visitar el establecimiento de Celso ofrece el valor añadido de escuchar las atractivas historias de un viejo marinero, en su mayor parte inventadas. Como ese suceso, durante el atraque a un puerto soviético, en pleno franquismo, en el cual el práctico ruso escupió al capitán del buque de bandera española, ante el regocijo de una marinería tan descontenta como la tripulación del ‘HMS Bounty’ contra el capitán William Bligh, que nos muestra la película de Lewis Millestone en 1962, con Marlon Brando en el papel del rebelde Christian Fletcher.

Hasta tan paradisiaco lugar ha llegado noticia de la disparatada idea expuesta por Juan Luis Belizón, delegado de la Junta de Andalucía en Cádiz, consistente en demoler definitivamente el bello edificio que Celso añora, para redactar un nuevo proyecto de hotel en el área; añade el político que la protección del actual edificio resulta «innecesaria», ignorando que esta obra de Laorga y López Zanón se considera por la crítica especializada como una de las mejores intervenciones del Movimiento Moderno en borde urbano histórico, que además es espacio marinero de especial valor y en el cual se insertó con éxito al final de los años 60.

Celso tampoco conoce esos detalles, simplemente lamenta la pérdida del entrañable espacio que le hizo navegante. Ni él ni Belizón han leído ninguna de las publicaciones que glosan los valores del edificio, éste último tampoco ha estudiado la viabilidad de ese hotel, después del fracaso de la operación Valcárcel, ni conoce los planes para recuperar el frente universitario que otros políticos desmantelaron. «Hay tres clases de seres: los vivos, los muertos y los que navegan», escribió Manolo Vicens, olvidaba un cuarto tipo: los vendedores de hoteles de papel.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación