EL APUNTE

La bronca como método

Un nuevo Pleno muestra que el gobierno local no es capaz de generar más que ruido

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Parece imposible que la actividad municipal provoque algo más que ruido y escándalo, protestas y enconos sectarios entre partidos políticos que parecen haberse jurado un odio eterno en un ajuste de cuentas pendientes interminable. Esa es la sensación que, al menos, transmiten las sesiones plenarias, una tras otra. La de ayer sólo aportó la enésima petición de dimisión –en este caso de la concejala Ana Camelo– y una municipalización simbólica y llena de incógnitas, la del servicio de playas. Es una estructura menor para mantener el mayor tesoro natural, cuando no el único, de la capital gaditana.

Más allá, ruido y disputas, desplantes y vaciles, manifestantes convocados y alentados por unos u otros representantes, provocadores a tiempo completo tirados en el suelo, pancartas insultantes, policías que las quitan, un Pleno interrumpido y un concejal de Urbanismo, Martín Vila, incapaz de mantener las formas, de conducirse ni conducir parlamento alguno.

Trató de dar la palabra a una compañera del equipo de gobierno para que el ofensivo cartel siguiera expuesto como si no pasara nada, mientras le gritaba a los populares que fueran al juzgado. Un concejal de la oposición trataba de entregar una brújula al alcalde. Referencias constantes a escándalos de corrupción nacionales, desafíos y «vaciles» (en palabras de un edil socialista) para que se presenten querellas criminales... Es el ejemplo de una actitud infructuosa, inservible para los ciudadanos de Cádiz.

Han pasado dos años y los que apoyaron al nuevo gobierno local, el partido que permitió que llegara al bastón de bando y una oposición desorientada deben, de una vez, asumir las consecuencias de aquellos resultados, trabajar con el respaldo que le dieron las urnas, adaptarse al nuevo escenario. La aparición podemista y la omisión socialista han creado un panorama de parálisis y bloqueo que sólo genera faltas de respeto, groserías y ataques de ira que no desembocan en ninguna mejora para ningún vecino.

El alcalde aseguraba hace unos meses que este año debía ser el del «diálogo», el del «afianzamiento» del proyecto de su partido. Por ahora, parece que está basado en la torpeza administrativa, las pancartas, los bandazos, los gritos y los gestos vacíos. Es lo que demuestran los plenos. Uno tras otro.

Ver los comentarios