Antonio Ares Camerino

El qué bonito y la yerbabuena

Los dos de número singular, uno masculino y el otro femenino

Antonio Ares Camerino
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Los dos de número singular, uno masculino y el otro femenino. Pocos son los eventos tradicionales, folclóricos e incluso culturales donde la representación femenina supere en protagonismo a la masculina, a pesar de que la mujer sea la que más cultura, en todas sus formas, demanda. Si no hagamos un repaso: Semana Santa, San Fermines, Fallas, Moros y Cristianos, Tamborada de Donóstia o de Calanda. El Carnaval de Cádiz no podía ser menos. Casi siempre la mujer ostenta la categoría de figura ornamental. Incluso en el reparto a la hora de que el fuego purifique la fiesta, la mujer sale perdiendo. Él es el Dios Momo, ella la Bruja Piti.

La figura femenina en nuestro concurso de agrupaciones no pasa de alguna comparsa novedosa y pinceladas en la instrumentación de coros.

En muchos casos, como figurantes con cierto tono de tintes sexistas. Lejos queda la comparsa ‘Las molondritas’ de los años ochenta que sólo destacó por ser punta de lanza y la de este año ‘Cádiz’ que con dignidad ha llegado a cuartos. El Pleno del Ayuntamiento de Cádiz de diciembre pasado aprobó que el Concurso de Ninfas y Diosa del Carnaval de Cádiz deje de estar organizado desde la administración municipal y, por tanto, no se convoque el próximo año. La mujer es libre de elegir su papel dentro del Carnaval, pero eso sí, si la dejaran.

El pasodoble, marca de la casa de la comparsa, es el dedicado a la mujer gaditana. Esa madre abnegada de su prole , que estoicamente aguanta noches de ensayos, que no pone mala cara y que pasa el Carnaval persiguiendo coplas de las que se sabe las letras, pero que nunca se atreve a cantar en primera fila. O esa mujer maltratada por un cobarde machista que adorna su violencia de genero con el amor supremo del «si no es para mí no es para nadie». El cuplé feminista de la chirigota clásica se dedica a alguna prima poca agraciada o dispuesta a todo por conseguir un buen maromo, o a la suegra generala que no pasa una a su sufrida nuera y que sólo se desvive por su hijo consentido. Los artesanos del carnaval son masculinos, pero las que dan las puntadas y jalonan de gracia los tipos son mujeres. En cuanto a Pregoneros vs Pregoneras la victoria es aplastante. En sus más de cuarenta ediciones la presencia femenina no llega siquiera a la decena. En las agrupaciones callejeras la cosa parece igualarse. Eso sí, a costa de la desvergüenza desmedida de cuartetas verderonas y de estribillos de sonrojo.

Esta noche en la Gran Final la presencia femenina sólo estará en el auditorio y si me apuran entre bambalinas

La fiesta debe ser a partes iguales.

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