Totó

La de Totó era una mafia rural, primitiva, sudorosa, violentísima, que en su territorio también imponía castigos morales

David Gistau

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Los verdaderos Corleone no acarician gatos mientras despachan asuntos con ademanes episcopales. Son los carniceros de lo que se dio en llamar el «clan de los corleoneses». La jefatura la ostentó el recién fallecido Totó Riina , auxiliado por su luego sucesor, Bernardo Provenzano, y por un brazo ejecutor que además era su cuñado, Leoluca Bagarella, uno de los asesinos más infames que ha conocido una tierra bañada en sangre como la siciliana. Como el propio Riina hasta ayer, ambos fueron encarcelados y sometidos al duro régimen 41 bis. Provenzano murió en prisión.

La de Totó era una mafia rural, primitiva, sudorosa, violentísima , que en su territorio también imponía castigos morales, por ejemplo, a los adúlteros. Primero se propuso tomar por asalto, a balazo limpio, la hegemonía urbana de Palermo. Lo consiguió después de perpetrar matanzas como la del Viale Lazio (1969), donde murió Michele Cavataio y Provenzano, disfrazado de policía, salvó la vida porque se hizo el muerto durante el tiroteo. Después, consagrado el poder sobre la isla, Riina diseñó la penetración mafiosa del Estado italiano parasitando la Democracia Cristiana de Giulio Andreotti, cuyo beso a Totó Riina es en Italia más famoso que el de Judas: un beso que hizo aún más lacerante la absolución, en su juicio por asociación mafiosa, de Andreotti, un personaje, representativo de una Italia, al que conviene conocer a través del libro que Leonardo Sciascia escribió sobre el caso Aldo Moro.

El Estado, o la parte no podrida del Estado, declaró la guerra a Riina a través del «pool» de jueces antimafia reunido por Antonio Caponnetto, y entre los cuales estaban Falcone y Borsellino . Magistrados independientes, heroicos, que no podían confiar ni en su retaguardia institucional, y que lo pagaron muy caro porque Totó Riina aceptó el desafío y decidió doblegar al Estado con una campaña de terrorismo mafioso que asustó a sus propios lugartenientes, unos sacamantecas y asesinos artesanales todos ellos, y cambió para siempre la percepción cultural de la mafia en Sicilia. Eso al menos consiguió el ejemplo admirable de los magistrados asesinados mediante atentados tan poco discretos como la voladura de la autopista que conecta Palermo con su aeropuerto, cometida por Giovanni Brusca , alias «El puerco» y «El jabalí», por orden de Riina.

La guerra terrorista de Riina expuso y desarraigó tanto a la Mafia que su heredero, Bernardo Provenzano , reunidos a su alrededor todos los subjefes, ordenó el regreso al perfil bajo, a la dosificación de la violencia y a las tapaderas empresariales. Ahí sigue agazapada la mafia ahora que la manda Matteo Messina Denaro , el actual gran fugitivo. En su primera reunión, Provenzano también dijo que necesitaban financiar un partido político con el que sustituir la DC extinta por la corrosión de «Mani Pulite». Se aceleró entonces la creación de Forza Italia, cuyo líder, Silvio Berlusconi, una vez que fue elegido primer ministro, canceló o perturbó todos los programas o comisiones antimafia que pudo.

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