Arash Arjomandi

La sapiencia humanista de Ramón Tamames

Para este sabio economista la renuncia de soberanías políticas nacionales no es incompatible con el mantenimiento parcial de ciertas soberanías concretas de los actuales Estados

Arash Arjomandi

Ramón Tamames, nuestro economista más universal, es el prototipo de sabio humanista. Sabio porque no solo sabe de economía en tanto en cuanto concibe ésta como un mero instrumento. Y humanista porque propugna una economía humanizadora, integrándola en una visión holística de la existencia humana junto a muchas otras disciplinas: la historia, la filosofía, la teoría política, la física, etc.

Su libro más reciente, El último siglo económico: capitalismo, el gato de siete vidas (Erasmus Ediciones) ubica la raíz de la crisis económica de 2007, o Gran recesión, en fallas de índole moral, y no en errores técnicos o en decisiones económicas. Afirma, en consecuencia, que si el capitalismo quiere seguir salvando la vida, después de sortear siete momentos agónicos, debe mutar a una economía humanista .

En congruencia con esa visión, aporta una teoría sobre la idea de soberanía. Postula la necesidad de que los estados-nación transfieran sus soberanías a una sociedad trasnacional planetaria. Su referente es la idea kantiana de un estado mundial cosmopolita como el instrumento más eficaz para prevenir las guerras; sólo que Tamames va más allá del pensador alemán, y propone transitar desde el derecho de los Estados (forma actual de derecho internacional público) a un Estado universal. En tal Estado, el derecho de gentes ya sería un verdadero Derecho Mundial.

Es verdad que fue Kant quien postuló una asociación de todos los pueblos del mundo o Federación de Estados, pero el correspondiente derecho cosmopolítico lo circunscribió únicamente al comercio, por concebir que es el espíritu del comercio el garante de la ausencia de guerras. Esta idea kantiana ejerció decisiva influencia durante una larga centuria hasta alcanzar al presidente Woodrow Wilson, quien, influido por las ideas de ‘Abdul-Bahá sobre la paz y la federación de la humanidad, creó la League of Nations (Sociedad de las Naciones), versión inglesa de la kantiana liga de pueblos (Völkerbund).

Sobre la base de esta idea de Kant acerca de la fusión de los actuales Estados en un organismo mundial que los controle entretanto llega la posibilidad de su disolución total y definitiva en una República Cosmopolita, Tamames exige una soberanía global por creer que no basta con una transferencia de la soberanía comercial; ve necesario que tal traspaso de soberanías sea de naturaleza política, y propugna regular ésta sobre fundamentos morales, en contra de las máximas actuales de “actúa primero y justifícalo después”; “si has hecho algo incorrecto, niégalo”; “divide a tus adversarios, y vencerás”.

Para este sabio economista tal renuncia de soberanías políticas nacionales no es incompatible con el mantenimiento parcial de ciertas soberanías concretas de los actuales Estados. Su modelo es la nación americana y su Constitución de 1787. Así, afirma sin tapujos la necesidad de preparar una Constitución Universal de los Estados Unidos de la Tierra , como la siguiente etapa en la evolución humana después del transcurso de 70 años desde la etapa anterior (la Carta de las Naciones Unidas).

Como fundamentos de esa soberanía planetaria Tamames concibe cuatro grandes solidaridades en la familia humana:

1) La solidaridad en la lucha contra el tiempo y el ciclo, para superar los peligros de la globalización económica y buscar una globalización de plenitud –que requiere una unión monetaria mundial– y, de este modo, culminar la irreversible globalización y conferirle un sentido definitivo.

2) La solidaridad contra el peligro del arma nuclear. Ello exige la supresión del derecho de veto en la ONU y un tratado mundial de desarme que haga posible limitar el gasto militar al 1 por 100 del PIB.

3) La solidaridad con las generaciones aún no nacidas, pues cada generación sólo tiene el derecho al usufructo del Planeta, no a su apropiación. Para ello, cree necesario un auténtico gobierno de la biosfera, tema que tratará en su próximo libro, Buscando a Dios en el universo (Erasmus Ediciones, en prensa).

4) La solidaridad con los pobres, que requiere un pacto mundial de lucha contra la miseria.

Es una utopía, sí, pero una utopía inevitable. Todo rechazo a la idea de la soberanía mundial y la unidad planetaria es, para Tamames, una visión obsoleta fruto de un desconocimiento de las últimas transformaciones que han ido produciéndose en nuestro mundo.

Arash Arjomandi es filósofo y profesor de la EUSS (UAB)

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación