Ignacio Camacho

La rutina de ganar

El discreto encanto burgués de la rutina -«ya me conocéis»- no ha bastado a Merkel para frenar la eclosión populista

Ignacio Camacho

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Carisma nunca ha tenido porque le gusta mandar, no seducir. Para ser una Thatcher le falta audacia política y determinación ideológica. El de Angela Merkel es un liderazgo basado en la estabilidad, la sensatez, la seguridad y, en cierto modo la rutina, el apacible trantrán democrático, alejado de aventurerismos e incertidumbres. Eficacia alemana. Muy pocos dirigentes europeos, ni siquiera el inmutable Rajoy, se atreverían hoy a hacer una campaña bajo el lema de «Ya me conocéis» -«Sie kennen mich»- en plena eclosión de emocionalidad populista. Puro pragmatismo conservador, el discreto encanto burgués de la monotonía; el valor de la experiencia como clave para volver a sucederse por cuarta vez a sí misma.

Esta vez, sin embargo, se le ha quedado corta la inercia. Le ha alcanzado para volver a ganar, pero su proyecto continuista ha acusado fatiga de materiales y no le ha bastado para ponerse a salvo de contingencias. Le ha pasado factura el único gesto emocional de su carrera; la apertura de fronteras a los refugiados le limpió en parte su imagen de dureza moral pero acabó metiéndola en un severo problema. Por las grietas de la desconfianza social ante los inmigrados y del miedo al islamismo radical se ha colado con pujante acometividad el fantasma de la ultraderecha, que en Alemania evoca sombríos y estremecedores recuerdos de tragedia. Ahora tendrá que coaligarse con unos verdes virados al rojo y unos liberales introvertidos muy poco entusiastas con la integración europea.

Merkel ha aguantado mal que bien la irrupción de la nueva-vieja política, pero la socialdemocracia se ha hundido en el corrimiento de tierras. Peligro: en el motor del bipartidismo germano también se ha averiado una de las bielas . Es probable que el retroceso del socialismo moderado, que ha recibido el castigo de su presencia en la gran coalición, se deba en parte a que la propia canciller le haya cerrado espacios al asumir ella misma postulados clásicos del paradigma de la izquierda. Pero se trata de una mala noticia porque colapsa uno de los estabilizadores del sistema, en un momento en que Alemania resulta quizá más que nunca la pieza crucial de una UE que se tambalea.

Está por ver, pues, si la vencedora del domingo va a seguir siendo la que todo el mundo conoce o tendrá que reinventarse en un proceso de adaptación al nuevo equilibrio de fuerzas. Si continuará siendo Merkel la fiable, Merkel la previsible, Merkel la austera . Si la líder consistente y enérgica del pasado reciente podrá conservar en minoría sus rasgos de autoridad y firmeza de principios y de ideas. Una Europa en precario y llena de dudas internas, asediada por los populismos y pendiente de redefinición estratégica, necesita que así sea. Porque lo último que conviene al maltrecho modelo comunitario es la pérdida de su principal referente cuando más riesgo hay de que decrezca su influencia.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación