Jaime González

Periodismo felpudo

Jaime González
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Como Pablo Iglesias ha descubierto el Mediterráneo, de tanto en tanto imparte lecciones de periodismo. Son clases magistrales en las que para denunciar «los oligopolios que han privado a los ciudadanos de su derecho a la información» arremete contra esos «periodistas felpudo» que escriben al dictado para no perder su puesto de trabajo. Se habrá quedado calvo. Antes de que Iglesias llevara pantalón corto, muchos «periodistas felpudo» ya habían advertido de los riesgos del oligopolio. Es más: algunos -incluso- lo hicieron a costa de quedarse en la calle, bien porque se hartaron de ser estera, bien porque, tras darles más que a una estera, les mostraron la puerta de salida.

«Qué sarcasmo, el hijo pródigo del oligopolio cargando contra el padre, cuánta ingratitud, Pablo; qué manera de morder la mano que te dio de comer»

Qué sarcasmo, el hijo pródigo del oligopolio cargando contra el padre, cuánta ingratitud, Pablo; qué manera de morder la mano que te dio de comer. ¿Quién, sino el oligopolio, te dio la oportunidad de estar donde estás? ¿Te has preguntado cuántos «periodistas felpudo» se han quedado en el camino por negarse a pasar por el aro? Dices que «buena parte de los redactores que siguen la actualidad diaria de Podemos están obligados profesionalmente a hablar mal de Podemos, porque así son las reglas del juego». ¿Qué reglas del juego? ¿Las que imponéis vosotros?

Si alguien ha emputecido este oficio de informar no hemos sido los «periodistas felpudo», sino quienes «convirtieron un servicio público en un privilegio en manos de sus amigos». ¿Te suena la frase? Es tuya. ¿Y a quienes han servido los amigos? Entre otros, a ti, Pablo. Es un hecho objetivo. Ese oligopolio os ha dado a vosotros lo que no nos dará nunca a los «periodistas felpudo». A Noé vas a hablarle de agua. Si los «periodistas felpudo» hubiéramos podido expresarnos con la cuarta parte de la libertad que te han dado a ti, te garantizo que no nos verías con «cara de miedo». Como para no tenerlo. Es una reacción natural si se tiene en cuenta que quienes «nos han privado del derecho a la información» no son amigos nuestros -los que, según tú, escribimos al dictado de intereses espurios-, sino vuestros. Por cierto, nunca antes ningún partido disfrutó como el tuyo de la connivencia del periodismo felpudo (el genuino y sin comillas periodismo felpudo). Así nos va.

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