Edurne Uriarte

El 1-O del patriotismo español

Se trata de un patritismo nuevo, en el que los jóvenes nacidos mucho después del franquismo tienen un papel relevante

Edurne Uriarte

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Llevo unos veinte años echando de menos en mis escritos el fortalecimiento del patriotismo español. Por convencimiento ético y por su importancia en la estabilidad de una democracia. Desde aquella movilización cívica contra ETA en el País Vasco de los noventa, cuando ETA te perseguía por sentirte español, pero las banderas nacionales en las manifestaciones antiterroristas vascas causaban debate y nerviosismo hasta en los movimientos cívicos. Por si provocaban, por si dividían. ETA te ponía en la diana por defender tu derecho a defender la bandera nacional, pero l os propios demócratas te sugerían que esa bandera era un problema .

En ese estado de debilidad estaba el pobre patriotismo español. Y ha seguido estando, con lentos y casi imperceptibles cambios. Hasta el 1-O, en el que por primera vez en toda la democracia ha salido de forma espontánea a la calle y a las redes sociales para defender la unidad nacional y el Estado de Derecho. El golpe separatista ha logrado lo que ni siquiera provocó el terror etarra , el fin del silencio y del miedo de los españoles a expresar su patriotismo. Cierto que no de la gran mayoría de vascos, la bandera nacional sigue siendo una aparición milagrosa en un balcón vasco, pero sí de la mayoría de españoles. Desde el domingo, casi todas las miradas se dirigen hacia los independentistas y tratan de calibrar sus próximos pasos mientras descuidan el otro lado de esta crisis. La mitad al menos de los catalanes y una amplia mayoría del resto de españoles que no son los mismos tras el golpe a la democracia y al Estado de Derecho del domingo. El golpe separatista ha logrado dos efectos no deseados y en absoluto imaginados por los ultranacionalistas. De un lado, una indignación social generalizada por la burla a las leyes que puede tener efectos más fuertes que la del 15-M de la extrema izquierda. De otro lado, y esto sí que es un impresionante logro de los golpistas, ha dado lugar al resurgimiento del patriotismo español.

Con una diferencia, que se trata de un patriotismo nuevo, en el que los jóvenes nacidos mucho después del fin del franquismo tienen un papel relevante. Si era un error minusvalorar la indignación del 15-M, también lo será minusvalorar esta . Muy especialmente para la derecha, que es la que fundamentalmente sostiene ese patriotismo tanto desde el punto de vista ideológico como social. Un patriotismo que le da fuerza y legitimidad para nuevas iniciativas políticas, comenzando por la aplicación del 155, pero que también puede ponerle contra las cuerdas si tiene la tentación de hacer nuevas cesiones a los independentistas.

Pero tampoco está inmune el socialismo de los efectos de la indignación del 1-O, si persiste en sus llamadas a la negociación con los golpistas y en su censura a los cuerpos policiales por la defensa de la legalidad. El patriotismo de la izquierda es bastante más confuso, pero no así su percepción del Estado de Derecho y de la igualdad ante la ley. Las imágenes de la dejación de los Mossos y de las ilegalidades flagrantes de los líderes independentistas han producido el mismo efecto en los votantes de todos los partidos que creen en el Estado de Derecho. Se equivocarán sus líderes si tras el 1-O se dedican a dar respuesta a la crisis provocada por los independentistas catalanes, pero olvidan la indignación de los españoles por la ruptura de las reglas democráticas, por la burla a las leyes y por el ataque a la unidad de España.

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