Luis Ventoso

Nadal y una insignificante cosita

Luis Ventoso
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De todas las proezas con las que nos ha alegrado Nadal a sus compatriotas a lo largo de los años, la de esta tarde dominical de junio de 2017 es probablemente la mayor. Retornar a la cima de un deporte tan competitivo como el tenis a los 31 años y de esta manera, tras un calvario de lesiones y dudas como el que ha padecido, supone una gesta de novela, un triunfo admirable del tesón y el coraje. Hace solo doce meses, el hombre que hoy ha levantado su décima copa en París estaba acabado a ojos de muchos liquidadores profesionales. Rafael Nadal tapa la boca al planeta con golpes inauditos y un derroche físico colosal. También hace gala, una vez más, de su buena educación, esa nobleza de campeón que lo adorna desde que era un chavalillo de melena, cinta al pelo, espinillas y camiseta sobaquera sin mangas.

Pero para nosotros Nadal posee un plus añadido: es un patriota, en la más sana acepción del término. Quiere a su país. Supone un gran ejemplo para España (sobre todo para sus niños, porque sus valores son el trabajo y la cortesía). Une a su nación en torno a sus triunfos y su saber estar. Todo de manera natural y cordial. Sin empalagar. Sin ir contra nadie.

Retornar a la cima de un deporte tan competitivo como el tenis a los 31 años y de esta manera, tras un calvario de lesiones y dudas como el que ha padecido, supone una gesta de novela

Magnífico también, como siempre, el viejo Rey Juan Carlos, apoyándolo en la cancha no siempre tan amiga de París.

Un domingo extraordinario para España.

(PD: Por una casualidad del destino, el mismo día en que este histórico campeón nos deleitaba con su triunfo, un ex jugador de fútbol de la selección española y del Barcelona, ahora entrenador de fútbol de prestigio en declive, leía un manifiesto pueblerino y xenófobo llamando al odio y la ruptura con sus vecinos y hermanos de siempre. Nadal es un mito del deporte mundial, al que se le empañaba la mirada cuando sonó en París el himno de su país, la nación más antigua de Europa, un proyecto cordial, abierto y solidario. Fue su día, en un domingo en el que también quiso llamar la atención una insignificante cosita. Pep, me parece que lo apodan).

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